Incluso una semilla con todo mi corazón
Shim Eun-jeong, desde Sídney, Australia

Ahora, mi corazón solo está lleno de esperanza en el cielo. Y se debe a que la sinceridad y sentido de misión que antes no tenía, ahora han llenado mi corazón.
Ya han pasado más de seis meses desde que vine a Australia. Pero aún recuerdo el día que prediqué el evangelio aquí por primera vez.
No podía expresar lo que quería decir debido a mi pobre nivel de inglés, y no podía entender lo que decían. Solo seguía a los hermanos y hermanas, y me sorprendía que las personas en los centros comerciales, en universidades o en otros lugares escucharan las palabras de la Biblia por treinta minutos o incluso una hora. ¿Así se sintió Pedro, a quien Jesús convirtió en pescador de hombres? Sentía que estaba dentro del agua, mirando un banco de peces que podía alcanzar con tan solo estirar la mano.
Asentían con la cabeza cuando les daba una breve explicación memorizada sobre la existencia de Dios Padre y Dios Madre.
Estaba contenta y agradecida de que mostraran interés en la verdad. Entre ellos, una joven escuchó el evangelio cuidadosamente. Estaba interesada en la verdad e incluso trajo a su hermana gemela para escuchar la verdad juntas. Sin embargo, no pude encontrarla nuevamente después de que ella les dijera a sus padres que iría a la Iglesia de Dios, lo cual no le permitieron. En cuanto recibí su mensaje de texto expresando lo mal que se sentía por no poder venir, pero que tenía que obedecer a sus padres, me sentí tan triste que no pude dejar de llorar.
A menudo experimentaba algo similar en Corea, pero no lloraba. Pensé en la razón por la cual me sentía más desconsolada en Australia. Cada vez que me encontraba con ella, mi corazón se sentía ansioso; sentía que podíamos entendernos, aunque no podíamos comunicarnos perfectamente. Fue muy triste no poder encontrar a alguien con quien había compartido mi corazón.
También me sentía ansiosa cada vez que conocía a alguien de Corea como yo. Una vez prediqué a una coreana que estaba viajando en Australia y le presenté la Iglesia de Dios cerca de su residencia para que pudiera aprender más sobre la verdad cuando regresara a Corea. Después, escuché que dijo que los sinceros ojos de una persona que conoció en Australia hicieron que quisiera saber más sobre la Iglesia de Dios, aunque no conocía mucho sobre Dios ni la Biblia. Estaba muy agradecida y contenta de escucharlo, pero al mismo tiempo me arrepentí de no haber predicado así cuando estaba en Corea, aunque podía predicar la verdad a cualquiera cada vez que saliera.
Comprendí que mi mentalidad es importante cuando predico el evangelio, y que la semilla de las palabras que sembré pueden llevar fruto en cualquier lugar. Entonces decidí ser fiel a la misión del evangelio que se me ha confiado, aunque no haya un resultado inmediato.
“No hablo bien el inglés, pero predicaré sinceramente incluso una semilla más del evangelio que pueda sembrar. Si escuchan la palabra de la verdad en otro lugar de nuevo, recordarán lo que les dije y entenderán mucho mejor la verdad. Será muy alegre si alguien a quien alguna vez prediqué, se convierte en miembro de la familia celestial. En el cielo recibiré el Premio de Sembrar Semillas.”
Cuando tomé esta decisión, mis pasos en el camino de la predicación se hicieron más ligeros y tuve más oportunidades de predicar el evangelio.
No fue sencillo esperar, pero un fruto nació sin falta. Un alma vino a los brazos de la Madre después de estudiar la palabra de Dios durante cinco meses. Realmente fue la gracia del Padre y la Madre.
Ahora, mi corazón solo está lleno de esperanza en el cielo. Y se debe a que la sinceridad y sentido de misión que antes no tenía, ahora han llenado mi corazón.
Hay muchas cosas que he aprendido en Australia, el rico campo del evangelio. Estoy agradecida con el Padre y la Madre incluso por el simple hecho de haber conocido a los preciosos miembros de Sion en este distante país extranjero. Sinceramente espero una vez más que pueda añadir un poco de mi fuerza a la obra de establecer en unión más iglesias en Australia.