La familia feliz no dice “¡es tu culpa!”

“Por tu culpa” se convierte en un obstáculo para la resolución de problemas, pero “es mi culpa” se convierte en un fertilizante para una vida mejor.

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Mientras dos personas caminaban por la calle, una de ellas encontró una cartera en el suelo. “Oh, tengo suerte hoy. ¡Recibí dinero gratis!”, exclamó la persona que la encontró. Luego, el hombre que lo acompañaba se enfureció y dijo: “Bueno, yo sugerí que fuéramos por este camino, así que la mitad del dinero es mío”.

De repente, apareció el dueño de la cartera. “¡Te tengo! Me robaste la cartera”. El que encontró la cartera dijo como si fuera injusto: “La vi en el suelo y la levanté. Y no iba a llevarme todo el dinero. Iba a compartirlo con mi amigo aquí”. Luego, la persona que estaba a su lado fingió ser inocente y dijo: “¡Debiste haber dicho que debíamos buscar a su dueño cuando la viste!”.

Las personas tienden a agradecerse a sí mismas si las cosas van bien, y culpan a los demás si salen mal. A menudo vemos que las personas se culpan unas a otras cuando las cosas no salen como querían o si el resultado no es bueno. En la gran frontera llamada país, la gente culpa a los políticos, los partidos gobernantes culpan a los partidos de oposición y los partidos de oposición culpan al partido gobernante. En los lugares de trabajo, los empleados están ocupados culpándose unos a otros, diciendo: “No quiero ir a trabajar a causa de esta o aquella persona”, o: “Esta persona es terrible en su trabajo”. Es lo mismo en casa. Algunos culpan a sus padres por no poder darles lecciones privadas cuando no obtienen buenas calificaciones en la escuela, y algunos padres culpan a sus hijos por estresarlos, y otras personas culpan a sus cónyuges por su vida matrimonial. Para encontrar alguna excusa y evitar asumir la responsabilidad, algunos incluso culpan al clima.

Sin embargo, hay un dicho: “Un maestro calígrafo no culpa al pincel, y un gran músico no culpa al instrumento musical”. Significa que tiene que desarrollar sus habilidades antes de culpar a la herramienta. Cuando se trata de miembros de la fa​milia, si solo culpa a los demás por todo, solo creará más conflictos. Antes de culpar a los demás, primero debe controlarse a sí mismo.

Culpar a los demás, una elección fácil

Hay momentos en que pasan cosas malas en la vida y, a veces, nos enfrentamos a obstáculos inesperados. Sin embargo, las personas tienden a elogiarse cuando las cosas van bien y culpan a los demás cuando las cosas no salen bien. Cuando el resultado es malo, dirigen su atención al exterior y buscan millones de razones por las que sucedió de esa manera.

Las personas tienen mecanismos de defensa para protegerse, y entre ellos el fenómeno psicológico de culpar a otros se llama proyección. Cuando uno se encuentra en una situación que no puede aceptar, o es golpeado con gran pena y agonía, inconscientemente usa la proyección, un mecanismo de defensa.

Una de las razones por las que las personas culpan fácilmente a los demás es que es una forma fácil de escapar de la crisis. Es una intención de estar en un lado seguro primero, sin preocuparse por la situación en la que podrían estar otras personas. En realidad, es muy incómodo y difícil reconocer las propias faltas o errores. Todo el mundo quiere ser apreciado como una persona perfecta y correcta. Es por eso que las personas tienden a sentir que no es justo y temen que se vean incapaces, si admiten sus faltas. En tales situaciones, pueden tranquilizarse fácilmente echando la culpa a los demás.

La tendencia de encontrar la causa de un problema desde el exterior sin reconocer el propio error es más fuerte en los niños pequeños que todavía no son maduros. Cuando son puestos en situaciones desfavorables, tratan de evitar la crisis creando muchas excusas como: “No pude ir a la clase privada porque mis amigos me pidieron jugar con ellos”, “No pude traer lo que necesitaba para la clase porque mi mamá no me lo recordó”, o “¡Mi hermanito rompió mi juguete!”.

La actitud de culpar habitualmente a otros o atribuir el problema a otros, es como revelar su inmadurez. Cuando estemos a punto de culpar a los demás, pensemos en ello una vez más. Y recordemos que podría ser un comportamiento que es más para un niño inmaduro.

Lo que puede perderse por palabras como “por tu culpa”

Una compañía aérea estadounidense condujo al público a un ataque de rabia en todo el mundo por arrastrar a un pasajero a pesar de que había comprado un boleto y estaba a bordo con razón. Fue porque el pasajero no respondió a la solicitud de la aerolínea de bajar del avión debido a un exceso de reservas. La compañía aérea culpó al cliente, diciendo que tuvieron que arrastrarlo porque estaba siendo agresivo, pero luego admitieron su culpa cuando las críticas se intensificaron. Sin embargo, fue después de que las acciones de la compañía ya habían caído y la confianza de sus clientes estaba por los suelos.

Si uno culpa a otro, no puede haber ningún desarrollo en los individuos, empresas y países. Es debido a que la persona no puede encontrar cosas que arreglar o cosas que faltan, ya que cree que no hizo nada malo, y repite el error porque considera que es justo.

Si uno pierde su tiempo culpando solo al mundo, al entorno y a los demás, solo él sufre la pérdida. Las situaciones y el entorno y otras personas están fuera de su control, y al único que puede controlar es a sí mismo. Entonces, si solo culpa a las cosas que están fuera de su control, y no trata de cambiar, no hay nada que pueda ganar.

El filósofo chino Xun Kuang ( 荀子 ) dijo: “Los que culpan a los demás siempre se meten en problemas, y los que culpan al cielo no crecen”. Cuando uno cree que fue culpa de otra persona que algo saliera mal, llega a culpar a esa persona, y la culpa causará enojo.

Supongamos que un estudiante que se está preparando para un examen pide a su madre que lo despierte en la mañana. Su madre se acostó tarde esperando a su esposo que regresó tarde a casa, y no se despertó suficientemente temprano para despertar a su hijo. El hijo, que iba a llegar tarde a la escuela, culpó a su madre por no despertarlo, y la mamá culpó a su esposo por haber llegado tarde a casa. Entonces el padre protestó que no tuvo otra opción que participar en la reunión de la empresa, y culpó a su hijo por no despertarse por su cuenta. La felicidad no puede echar raíces en una casa que se culpa así.

Las personas que evitan asumir responsabilidades, culpando solo a otros, terminan perdiendo muchas cosas. Aquellos que culpan a los demás por todo, no tienen vida propia al final. Son como un espantapájaros que se desplaza por la vida de otras personas, no por su propia voluntad.

El personaje principal en la vida es uno mismo

No significa que solo deba culparse a sí mismo y reprocharse. Si se culpa demasiado, pierde confianza y se desanima. Culparse por todo, admitir el error y ser responsable de ello es de significado totalmente diferente. Admitir el error de uno es un mensaje: “Mi vida es mía, así que arreglaré todo lo que no estoy haciendo correctamente y superaré las dificultades”.

En lugar de consumir energía para culpar a los demás, si usa esa energía para admitir sus defectos y navega positivamente por la vida, se abre la posibilidad de crecer. Digamos que uno va de pícnic, pero de repente comienza a llover. Si mira al cielo y culpa al cielo, solo se sentirá disgustado de que su día de campo se haya arruinado. Sin embargo, si cree que es culpa suya por no haber verificado el pronóstico del tiempo ni llevado un paraguas, la próxima vez será más sabio, verificando el pronóstico del tiempo con anticipación y llevando un paraguas.

Si quiere llevarse bien con su hijo adolescente, pero él no está cooperando, intente controlar su postura y actitud en lugar de culpar solo a su hijo. Si lo hace, se abrirá la manera de mejorar su relación.

Arthur Ashe, el primer afroestadounidense que ganó un importante torneo de tenis, superando la discriminación racial, se convirtió en entrenador, comentarista y activista de derechos humanos después de su jubilación. Sin embargo, contrajo el VIH por una transfusión de sangre que recibió durante una cirugía de derivación cardíaca. Cuando le preguntaron: “¿No culpa a Dios por elegirlo para esa terrible enfermedad?”, respondió:

“Cuando sostenía la copa, nunca pregunté a Dios: ‘¿Por qué a mí?’. Y hoy, en cuanto a la muerte, no debo preguntarle: ‘¿Por qué a mí?’. Si tengo que preguntarle a Dios: ‘¿Por qué a mí?’ sobre mi dolor, tendría que preguntarle: ‘¿Por qué a mí?’ también sobre mis bendiciones”.

Si se siente cansado e infeliz, ¿todas las causas provienen de las demás personas, situaciones o entornos? Usted no es infeliz debido a esas cosas, sino porque cree que es infeliz debido a ellas. Incluso la mala hierba, que a menudo es pisoteada por las personas, no culpa a la tierra árida, sino que florece en los agujeros de la acera.

Las emociones son lo que siente, y su vida le pertenece. Cuando apunta con el dedo a otras personas diciendo: “Es culpa suya”, recuerde que todos los demás dedos lo señalan a usted.

John G. Miller, el autor de ¡QBQ! La pregunta detrás de la pregunta, dice que hay que centrarse en “qué y cómo” en lugar de preguntar “por qué, cuándo y quién”. Si un ladrón entró en su casa, será constructivo para los miembros de su familia decir: “¿Qué hacemos para encontrar las cosas perdidas?”, “¿Qué debemos hacer para asegurarnos de que esto no vuelva a suceder?”, en lugar de tratar de culpar, diciendo: “¿Por qué no te aseguraste de que la puerta estuviera cerrada?”, “¿Quién fue el último en salir de la casa?”.

Para hacerlo, necesita tolerancia para comprender las deficiencias de otras personas y abrazar a los miembros de su familia en lugar de reprenderlos, aunque sea obvio que es su falta. En el caso anterior, si usted dice: “Creo que me olvidé de cerrar la puerta. Es mi culpa”, o: “Debí haber verificado antes de irme. Es mi culpa”, creará un ambiente cálido y podrá encontrar una buena solución.

En un hogar feliz, no existe algo como: “Si las cosas salen bien es gracias a mí, y cuando las cosas salen mal es por tu culpa”. Más bien, es todo lo contrario.