Después de recibir a Dios y empezar mi vida de la fe, noté algunas cosas en Sion que no se pueden ver en ningún otro lugar.
En primer lugar, era difícil descubrir quién era mayor y quién había asistido a la iglesia por mucho tiempo. La razón fue que no veía a nadie que ejerciera autoridad sobre los demás. En segundo lugar, todos participaban en el estudio de la Biblia, en la limpieza y en el servicio voluntario activamente, aunque nadie se lo pidiera.
Estas eran las cosas que no podía entender fácilmente, porque estaba acostumbrado al estricto orden de rango en la vida social. En mi experiencia, generalmente es difícil controlar a un grupo, por lo cual se requiere un sistema de mando. Si dos personas están en igual posición, trabajan colocándose una encima de la otra según sus años o experiencia. Sin embargo, en Sion muchos miembros trabajaban como un solo cuerpo sin ese sistema, lo cual era bastante sorprendente para mí.
Como venía cada vez más a Sion, podía distinguir un poco quién había estado en la verdad mucho tiempo, y quién estaba a cargo de cuidar a los miembros. Lo curioso era que ellos eran los más diligentes, y los que más escuchaban a los demás, y eran humildes, es decir, no se hacían notar porque no trataban de destacar. Cuando descubrí esto, pensé: “¿Cómo pueden ser así todos los líderes?”.
Un día, mientras crecía en la fe, animándome con el apoyo de los miembros, hallé la respuesta a mi pregunta mientras leía la Biblia.
“Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.” Lc 22:25-26
Probablemente porque estaba cansado de seguir las órdenes de mi jefe susceptible en el trabajo, o quizá porque era una enseñanza que nunca había imaginado, no podía despegar mis ojos de las palabras de Lucas 22. Los hermanos y hermanas líderes, que sirvieron a los demás en obediencia a la palabra de Dios, se veían grandes. También estaba agradecido de que me hubieran tendido la mano a mí, que era solamente una de las tantas personas del mundo.
Poco después, escuché un sermón explicando que Dios Altísimo nos sirvió, poniéndose en la posición más baja, y que estamos siguiendo el ejemplo de Dios. Quedé estupefacto. ¿Quién en la tierra se pondría como ejemplo de servir a alguien en una posición más baja si tiene autoridad?
En cualquier grupo, los miembros no tendrán momentos difíciles por causa de su relación con los demás si siguen el ejemplo de Dios; el ambiente de la reunión será más brillante y la risa no cesará, igual que en Sion.
Mientras era servido por los miembros, llegaron más hermanos y hermanas que apenas comenzaban a dar sus primeros pasos en la fe. Ahora me hallo sirviéndolos, siguiendo a los que aprendieron los ejemplos del Padre y de la Madre antes que yo.
Cuando veo a los nuevos hermanos y hermanas que se llevan bien con los otros miembros, me siento feliz aunque no hice mucho por ellos; se siente como quitar la envoltura del regalo que Dios ha dado a los que se sirven entre sí.
Servir es una virtud celestial que Dios nos ha enseñado. Esta es una guía para mi vida y un gran tesoro en mi corazón. No lo olvidaré ni un instante, y lo grabaré profundamente en mi corazón, y lo utilizaré como una espada aguda que corta mi naturaleza arrogante.