​El mundo donde todo se logra a través de la fe

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La Biblia registra muchos milagros, que no coinciden con lo que hemos sentido y experimentado. Dividir el mar Rojo y devolver la vista a los ciegos no puede entenderse fácilmente con el conocimiento humano. Por esa razón, algunas personas dicen que no pueden creer en la obra de Dios descrita en la Biblia.

Sin embargo, aunque algo parezca un sueño o imposible para nosotros, es algo muy fácil para Dios que creó todo el universo. Dios aumenta nuestra fe, diciendo repetidamente en la Biblia: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”.

El mundo que Dios creó, avanza de acuerdo con la palabra de Dios incluso en este momento. Si entendemos que la palabra de Dios Todopoderoso logra todo, algo milagroso también nos puede suceder.

El mundo creado por la palabra de Dios

En realidad, los milagros no están muy lejos. Nuestro planeta Tierra en el que vivimos es un milagro en sí.

Supongamos que un automóvil corre a una velocidad de 200 kilómetros por hora. Esta sola idea nos hace sentirnos mareados. El avión, que combina la aldea global como una zona de vida de un día, es mucho más rápido que un automóvil; vuela a una velocidad aproximada de 1000 kilómetros por hora. Sin embargo, la Tierra gira alrededor del Sol a una velocidad tremenda de más de 100 000 kilómetros por hora, sin combustible. Esta nave espacial gigante se mueve incansablemente a tan impresionante velocidad, llevando a más de siete mil millones de personas. Sin embargo, no sentimos su velocidad, sino que todos vivimos cómodamente. ¿No es un milagro?

¿Quién creó esta maravillosa Tierra? Es la obra de las propias manos de Dios el Creador.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. […] Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.” Gn 1:1-5

En el principio, Dios Todopoderoso creó todas las cosas con su palabra. Cuando Dios dijo: “Sea la luz”, fue la luz. Todo en el universo surgió de la nada y respondió a cada palabra de Dios.

La Tierra en que vivimos es un mundo que existe por la palabra de Dios. El hecho sigue siendo que la Tierra responde a la palabra de Dios. Dios diseñó el sistema de todo el universo, e hizo que todo en la Tierra se logre de acuerdo con su palabra. También ha hecho todas las cosas posibles para los que creen en su palabra y avanzan. Por esa razón, el pueblo de Dios, que obedece los mandamientos de Dios con fe absoluta en Él, puede cumplir plenamente la obra del evangelio profetizada en la Biblia.

“Conforme a vuestra fe os sea hecho”

Nada en esta tierra es imposible si creemos en la palabra de Dios. Jesús mismo nos enseñó este hecho hace dos mil años.

“Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. […]” Mt 9:27-31

Los dos ciegos vinieron a Jesús —Dios que creó todo el universo— y con fe firme en Él le pidieron que los sanara. Jesús les dijo: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Entonces su fe y las palabras de Jesús trabajaron juntas, y su vista se restauró para que pudieran ver.

Un milagro ocurre cuando la palabra de Dios y nuestra fe en ella trabajan juntas. Lo mismo ocurre con la obra de predicar el evangelio a todas las personas del mundo. Debemos avanzar creyendo que todo es posible si lo hacemos de acuerdo con la palabra de Dios. Sin embargo, si todavía no hay acción correspondiente a nuestra fe en la palabra de Dios, tenemos que reflexionar para ver si creemos plenamente en la palabra de Dios.

“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.” Mr 9:23

Dios creó esta tierra como un lugar de milagros donde el que cree en su palabra y la pone en práctica puede lograrlo todo. Sin embargo, este sistema de milagros no puede funcionar si tenemos pensamientos negativos que obstaculizan nuestra fe, como “no puedo hacerlo” y “es imposible”.

Si no pensamos en Dios en nuestra vida de la fe, siempre nos acompañan las dificultades sin importar lo que hagamos. Siempre debemos pensar en quién dirige la obra del evangelio y recordar que cuando lo hacemos todo con fe en Dios, las circunstancias que nos rodean y el mundo pueden cambiar.

El mandamiento de Dios para nosotros

Cuando el Presidente de la República de Corea o de los Estados Unidos da una orden, los empleados de la Casa Azul o la Casa Blanca obedecen y la cumplen. El presidente no da la orden directamente al pueblo.

Entonces, ¿quién obedecerá y cumplirá el mandamiento de Dios de predicar el evangelio a los siete mil millones de personas?

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Mt 28:18-20

Jesús dijo: “Id y haced discípulos a todas las naciones”. Este mandamiento no solo se aplicó a los discípulos que escuchaban a Jesús en el tiempo de su ascensión, sino también se aplica al pueblo de Dios en esta época del Espíritu Santo en que el bautismo debe realizarse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Este mandamiento no es algo que todos puedan obedecer y cumplir. Solo a los que Dios aprueba se les confía la obra de predicar el evangelio (1 Ts 2:3-4).

Se nos ha dado el santo mandamiento de Dios, que tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. Si Dios dice: “¡Vayan!”, solo tenemos que ir. Si Dios dice: “Hagan discípulos a todas las naciones”, solo tenemos que hacerlos discípulos. No necesitamos añadir ni quitar nada de la palabra de Dios. Las llaves artificiales como el conocimiento humano y la elocuencia no pueden abrir la puerta de los milagros. La mejor llave es la fe de seguir plenamente la palabra de Dios tal como es. Si creemos en la palabra de Dios y vamos a todas las naciones, la puerta de los milagros de salvar al mundo entero se abrirá de par en par.

“Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.” Mr 10:51-52

La llave del milagro que restauró la vista al ciego en el Evangelio de Marcos también fue su absoluta fe en Jesús. La fe es la fuerza motriz para mover al mundo que Dios creó.

Tengamos también la llave de la fe en nuestro corazón. Dios nos dice: “Id, y haced discípulos a todas las naciones”, porque ya hay personas que se convertirán en discípulos. Si nuestra fe es débil, el cumplimiento de la palabra de Dios se retrasará. Si seguimos el mandamiento de Dios con fe absoluta, entonces la obra milagrosa que Dios ha preparado para nosotros se desplegará ante nuestros propios ojos.

Nuestro deber como protagonistas proféticos

Jesús dijo: “Id, y haced discípulos a todas las naciones”, y añadió que el evangelio se predicaría en todo el mundo.

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” Mt 24:14

La obra de redención de Dios termina cuando la verdad del nuevo pacto se predica en Samaria y hasta lo último de la tierra. Cuando llegue ese día, la puerta del glorioso reino de los cielos se abrirá ante nosotros. Ese día, regresaremos al mundo en el que no tendremos más muerte, clamor ni dolor, sino vida eterna, felicidad y consuelo.

Esto puede lograrse si todos los santos de Dios predican el evangelio juntos. En el antiguo Israel, cuando los israelitas conquistaron Jericó, Dios hizo que rodearan la ciudad y gritaran al unísono en el último día, aunque Él pudo haberla destruido solo con su palabra. Cuando todos gritaron a una sola voz, los muros de Jericó se derrumbaron (Jos 6).

Esta es una profecía que se nos da hoy. No debemos pensar: “Si yo no predico, alguien más predicará el evangelio”, sino gritarlo al unísono. Somos el pueblo de la profecía que vive de acuerdo con las profecías de Dios. Él espera que todos lo sigamos, marchando al paso de las profecías.

Pensemos en el papel que Dios ha dado a cada uno de nosotros para cumplir la gran misión del evangelio, y qué parte profética debemos cumplir. Cuando seamos uno en fe para cumplir con seguridad la misión que Dios ha confiado a cada uno, experimentaremos el mismo milagro que los israelitas cuando todos gritaron hacia Jericó con gran vocerío.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Fil 4:13

La Biblia dice que podemos hacerlo todo en Dios que nos fortalece. Dios nunca nos ha dicho: “No pueden hacerlo”. “¿Qué pensará la gente de mí si les predico la palabra de Dios?”, “¿Escucharán atentamente mi predicación?”. Pensar de esta manera y dudar en predicar no es diferente a no presionar el botón de la fe. Dios nos ha dicho que prediquemos el evangelio a las personas, escuchen o dejen de escuchar. Todo es posible si creemos en la palabra de Dios y vemos las cosas con ojos de fe.

Cumplir el evangelio del reino por medio de la fe

La obra de la creación de Dios muestra que los cielos y la tierra y todas las cosas fueron creadas por la palabra de Dios. El gran Dios dijo que el evangelio del reino ciertamente se predicará en todo el mundo. La Biblia dice que las buenas nuevas de salvación se difundirán en toda la tierra y sus palabras hasta los fines de la tierra (Ro 10:18). Esto también está destinado por Dios para ser hecho. Esta profecía todavía no se lleva a cabo completamente porque no pulsamos el botón de la fe.

Este año hemos entrado en otra dimensión de tiempo: el comienzo de un nuevo siglo trascendiendo los cien años de la venida del Padre celestial Ahnsahnghong a esta tierra. Por lo tanto, debemos renovar nuestra mente para llevar una vida santa y piadosa como el pueblo del cielo que ha renacido completamente.

Comprometámonos a predicar el evangelio a cualquiera que encontremos y pongámoslo en práctica todos los días, arrebatando el reino de los cielos. Si cada uno de nosotros predica a una persona al día, podremos anunciar las buenas nuevas de salvación a trescientas sesenta y cinco personas en un año. Si cada uno de nosotros predica a tres personas cada día, podremos predicar con facilidad a aproximadamente a mil personas en un año. Si todos los miembros de nuestra iglesia creen en la palabra de Dios y la ponen en práctica diligentemente, pronto se predicará el evangelio a todos los siete mil millones de personas, más allá de mil millones de personas. Hagamos nuestro mejor esfuerzo por salvar almas, confiando los resultados a Dios.

Dios ha hecho de este mundo un lugar donde todo se logra a través de la fe. No importa en qué circunstancias nos encontremos, debemos hacerlo todo creyendo en las promesas de Dios para nosotros, en lugar de solo enfocarnos en las cosas que están frente a nosotros.

Este año, espero que ocurra algo tan grandioso como para sorprender al mundo a través de la fe. Hermanos de Sion, aceleremos la venida del eterno reino de los cielos participando alegremente en el cumplimiento de la profecía del evangelio del reino que se predicará en todo el mundo.