Volveos a Dios y celebrad la pascua

2 Crónicas 30

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Después de la muerte de Salomón, Israel fue dividido en dos reinos: Judá en el sur e Israel en el norte. El reino de Israel no celebró la pascua durante mucho tiempo. En el año 726 a. C., Ezequías, rey de Judá, aceptó el consejo del profeta Isaías y reparó el templo arruinado. Luego, decidió celebrar la pascua.

“¡Hijos de Israel, venid a Jerusalén y celebrad la pascua a Dios!”

Los correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes fueron por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado.

“Hijos de Israel, volveos al Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y celebrad la pascua. No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Dios, y él los entregó a desolación, como vosotros veis. No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Dios, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y celebrad la pascua y servid a Dios. Entonces, él os dará su gracia y misericordia.”

Ya que el pueblo de Israel no sabía sobre la verdad de la pascua porque no la habían celebrado durante mucho tiempo, se reían y burlaban de los correos que les anunciaban la buena noticia de la salvación. Entre ellos, solo algunos humildes se dirigieron a Jerusalén para celebrar la pascua, y los habitantes de Judá, movidos por Dios, unánimes participaron en la ceremonia de la pascua con alegría.

Tres años después, Israel en el norte fue atacado por el ejército asirio, y su capital Samaria fue tomada al cabo de tres años. Como resultado, el reino de Israel desapareció por completo en la historia. Por el contrario, cuando el ejército de los asirios invadió Judá en el sur, los ciento ochenta y cinco mil soldados del campamento de los asirios amanecieron muertos.

Dios protegió con su poder al pueblo de Judá, que había recibido el sello de la redención a través de la pascua (2 R. 18:9-12, 2 R. 19:30-35).

El rey Ezequías celebró la pascua con el deseo de obtener la estabilidad de su reino en las bendiciones de Dios, y de ser protegido por Dios en los días venideros de gran adversidad. La pascua contiene la promesa definitiva de Dios de que él protegerá a su pueblo de las plagas. Esta promesa sigue siendo válida.

En esta época en que los desastres abundan en todo el mundo, la pascua es la buena noticia de la salvación que el mundo entero está esperando. Vamos a predicar las buenas nuevas en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

“¡Celebrad la pascua a Dios!”