La veneración de la cruz en Babilonia

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Recientemente, más y más personas, los miembros de la familia celestial, han venido a Sion después de darse cuenta de la verdad. Hay una cosa que escuchamos de todos los que visitan la Iglesia de Dios por primera vez. Dicen que nuestra iglesia no tiene cruz, mientras que todas las demás iglesias la tienen.

Todos piensan en la cruz como de sentido común cuando escuchan la palabra “iglesia”. De hecho, sin embargo, la iglesia primitiva que Jesús estableció y a la que asistían los apóstoles nunca colocó la cruz ni tuvo una doctrina que considerara la cruz como un ob-jeto o símbolo de fe. Por tanto, la Iglesia de Dios no coloca la cruz, siguiendo la verdad de la iglesia primitiva y guardando los mandamientos de Dios.

La historia de la veneración de la cruz

La mayoría de las iglesias de hoy colocan cruces en los campa-narios y dentro de la iglesia, y muchas personas consideran la cruz como un símbolo de la iglesia. Entonces, ¿cuándo empezaron los cristianos a colocar cruces en las iglesias?

La historia de la iglesia muestra que las cruces se introdujeron por primera vez en forma de objeto colgado dentro de la iglesia alrededor del año 431 d. C. y se erigieron en la cumbre de la iglesia alrededor del 568 d. C. Las iglesias comenzaron a colocar cruces entre cuatrocientos y quinientos años después de que Jesús completara su ministerio del evangelio y ascendiera al cielo.

No podemos encontrar una sola base en la Biblia para erigir la cruz en la iglesia. Ni los apóstoles, que fueron enseñados directamente por Jesús, ni los santos de la iglesia primitiva erigieron la cruz ni enseñaron ninguna doctrina al respecto. Sin embargo, a medida que la iglesia se corrompió y secularizó después de la época apostólica, aceptaron los rituales paganos y comenzaron a colocar la cruz en la iglesia.

El origen de la cruz se remonta a la antigua Babilonia. Los antiguos babilonios usaban la “T”, primera letra del nombre Tamuz, como símbolo religioso para adorarlo. Esto se extendió a Egipto; podemos ver a los dioses y reyes egipcios sosteniendo cruces en sus manos en monumentos y murales antiguos. La cruz también influyó en las religiones de la antigua Asiria y Roma, y los sacerdotes romanos llevaban cruces en el cuello incluso antes de que el cristianismo entrara en Roma. Además, desde la antigüedad, las cruces se habían colocado frente a las tumbas como talismán para los muertos y también se habían utilizado como instrumento de ejecución en muchas naciones, incluida Roma.

Si observamos los registros históricos de los españoles que conquistaron México, podemos ver que se sorprendieron al descubrir una cruz en un antiguo templo azteca donde aún no se había introducido el cristianismo. A través de esto, entendemos fácilmente que la veneración de la cruz no es una enseñanza bíblica. La cruz era venerada por los paganos mucho antes de que los cristianos la consideraran un símbolo de la iglesia.

La relación profética entre Moisés y Jesús

Dios nos advirtió sobre la veneración de la cruz a través de la historia de Israel. Estudiemos esta profecía por medio de la Biblia.

Moisés y Jesús están conectados por la profecía. Dado que Moisés representa a Jesús, al estudiar las obras de Moisés podemos entender cómo Jesucristo sufriría y moriría en la cruz.

“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;” Dt 18:15

Averigüemos quién es el “profeta como yo” que Moisés mencionó, es decir, el profeta como Moisés que Dios levantaría.

“y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.” Hch 3:20-24

La palabra escrita en Deuteronomio: “Dios te levantará un profeta como yo”, también se menciona en el libro de los Hechos. El profeta como Moisés mencionado aquí se refiere a Jesús. Además, está escrito: “Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días”. Esto muestra que todos los profetas de la Biblia profetizaron la venida de Jesús, nuestro Salvador, y todas las profecías serían cumplidas por Jesús en su venida a la tierra.

La relación entre Moisés y Jesús es como la de sombra y realidad. Las obras de Moisés fueron importantes pistas proféticas para mostrar cómo Jesucristo llevaría a cabo la obra del evangelio. Entre las obras de Moisés, veamos aquellas con respecto a la crucifixión de Jesús, y confirmemos cómo Jesús las cumplió.

“Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Re-fidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, pe-leando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.” Ex 17:8-13

En la batalla contra Amalec, Israel ganaba cada vez que Moisés levantaba los brazos. Por otro lado, cuando los bajaba, Amalec pre-valecía. Entonces, Aarón y Hur levantaron los brazos de Moisés, y al final Israel obtuvo la victoria. Este fue un evento profético que mostraba que Jesucristo sería levantado en la cruz y que su muerte traería la victoria a los israelitas espirituales que estaban encadenados por Satanás, para que pudieran recibir las bendiciones del perdón de los pecados y la vida eterna (Jn 12:31-33, Ap 12:9).

El incidente de la serpiente de bronce y la cruz

La Biblia registra otra cosa que hizo Moisés, que también indicó proféticamente que Jesús sería levantado en la cruz. Esto sucedió mientras los israelitas estaban en el desierto camino a la tierra de Canaán que fluía leche y miel, bajo la guía de Moisés.

“[…] Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.” Nm 21:4-9

Los israelitas se quejaron contra Dios y Moisés porque se vieron obligados a seguir una ruta más larga en lugar de una más corta. Dios se enfureció y envió serpientes ardientes entre el pueblo para que los mordieran. Solo entonces, los israelitas se arrepintieron y Moisés suplicó a Dios que salvara al pueblo. Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera sobre una asta. Esta fue la manera de Dios para salvar a las personas mordidas por las serpientes ardientes. Moisés hizo exactamente lo que Dios le había dicho y, como resultado, sucedió algo asombroso: cualquiera que miraba a la serpiente de bronce vivía.

Los israelitas creían que la serpiente de bronce era un ser espiritual sobrenatural, ya que se habían salvado al mirarla. No se dieron cuenta de que podían vivir gracias a la palabra de Dios: “Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”. Entonces, pensaron que la serpiente de bronce los había salvado y la sirvieron hasta la época de Ezequías.

“Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. Él quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán [cosa de bronce]. En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. […]” 2 R 18:3-7

En la Biblia está escrito que Ezequías celebró la Pascua e hizo pedazos la serpiente de bronce mientras destruía muchos ídolos que había estado adorando sin saberlo. Desde la época de Moisés hasta Ezequías, transcurrieron unos ochocientos años; sin embargo, hasta entonces el pueblo seguía adorando a la serpiente de bronce.

Dios bendijo mucho a Ezequías y lo felicitó: “Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés”. Si destruir la serpiente de bronce no hubiera sido la voluntad de Dios, no lo habría bendecido, sino que lo habría castigado. Sin embargo, Dios lo bendijo mucho e incluso protegió el reino de Judá que gobernaba. No mucho después, cuando Asiria atacó a Judá, Dios envió un ángel para destruir en una sola noche a ciento ochenta y cinco mil soldados asirios (2 R 19:34-35).

Los israelitas adoraron a la serpiente de bronce que se había hecho en la época de Moisés, hasta el tiempo de Ezequías, debido a su fe incorrecta de creer que esta los había salvado. ¿Ellos se salvaron porque la serpiente de bronce tenía algún poder milagroso? Por supuesto que no. No fue la serpiente de bronce, una simple pieza de bronce, lo que los salvó, sino la palabra que Dios pronunció: “Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”.

“[…] Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,” Jn 3:12-14

Está escrito que el Hijo del Hombre, Jesús, debe ser levantado como Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto. Podemos entender claramente que el acontecimiento en que Moisés levantó la serpiente de bronce está relacionado con Jesús siendo levantado en la cruz, como una sombra y su realidad.

Los israelitas olvidaron el poder de la palabra de Dios y adoraron a la serpiente de bronce durante muchas generaciones. Del mismo modo, las personas que dicen creer en Dios han estado adorando la cruz durante casi dos mil años. No es una cruz de madera lo que nos salva, sino Cristo que se sacrificó en la cruz. La cruz no era más que un instrumento de ejecución romana utilizado para infligir sufrimiento a Jesucristo. Así como Ezequías hizo pedazos la serpiente de bronce, que era una simple pieza de bronce, la cruz, que es un pedazo de madera, debe ser quitada y destruida en la fe verdadera.

“en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,” Ef 1:7

La Biblia nos enseña que hemos recibido el perdón de los pecados a través de la sangre de Jesús. Nuestra salvación se logra a través de la sangre del sacrificio de Cristo que fue derramada en la cruz. La cruz en sí misma no puede darnos el perdón de los pecados ni la salvación.

Las cruces son simplemente ídolos de madera

Con respecto a la cruz, la Biblia dice lo siguiente.

“[…] Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera [‘espantapájaros en un campo sembrado de melones’, NVI], y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” Jer 10:1-5

Aquí, una imagen hecha por la mano del hombre se describe como palmera o espantapájaros en un campo sembrado de melones. Adorar la cruz es una costumbre de las naciones y la cruz es simplemente una imagen hecha por el hombre, como un espantapájaros que no puede hablar ni andar por sí mismo y no puede hacer mal ni para hacer bien tiene poder, por lo que Dios nos dijo que no la temiéramos.

La cruz no es más que un árbol hasta el momento en que el hombre lo corta. Es por eso que la Biblia enfatiza que la cruz es simplemente un ídolo y no es un elemento clave para la salvación ni una cosa santa. A pesar de todo esto, ¿qué pasará con los que colocan la cruz?

“Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fun-dición, abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén.” Dt 27:15

El que hace ídolos y los pone en oculto será maldecido por Dios. Ser maldecido significa no ser salvo. Muchas personas olvidan el sacrificio de Cristo que ha salvado a la humanidad y esperan que las cruces dentro de los edificios de las iglesias o en los campanarios y las cruces grabadas en sus anillos o collares los protejan. ¿Cree que pueden ser salvos? Según las palabras de la Biblia, Dios castigará a los que coloquen cruces y las adoren, dondequiera que estén; todos serán malditos.

¿Qué pensará Jesús cuando vea numerosas cruces sobre los cam-panarios de las iglesias en su venida para juzgar al mundo? Sin duda preguntaría: “¿Por qué los ídolos que nunca les dije que erigieran están encima de las iglesias?”. La presencia de la cruz servirá como evidencia concluyente para probar que las personas de esas iglesias adoraban a otros dioses además del Dios verdadero.

En Dios, la cruz es un ídolo que debe ser eliminado y no es más que un producto que se originó en la adoración del dios sol. La cruz no es un símbolo de adoración a Dios. Consideramos a Cristo, que se sacrificó en la cruz, como el objeto de nuestra fe. La cruz en sí no tiene significado para nosotros. Es por eso que la Iglesia de Dios, que sigue plenamente las enseñanzas de Dios, no coloca la cruz. Les pido sinceramente a todos ustedes, miembros de nuestra familia de Sion, que sigan al Cordero por dondequiera que nos guíe y entren en el eterno reino de los cielos.