Haz esto

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La Biblia es el libro más vendido del mundo, con un abundante contenido: Adán y Eva, que son los progenitores de la raza humana, la historia de los reyes de Israel, la obra de Jesús y de los apóstoles, y mucho más. Numerosas personas estudian la Biblia y adquieren nuevos conocimientos a través de ella, satisfaciendo su curiosidad intelectual.

Sin embargo, leer la Biblia solo para ampliar el conocimiento no es un enfoque adecuado. Nuestro propósito al escudriñar la Biblia es entender los mandamientos que Dios nos ha dado para salvar nuestras almas y ponerlos en práctica. Podemos ir al cielo si hacemos lo que Dios nos ha mandado, pensando en cómo cumplir correctamente la voluntad de Dios y estudiando la Biblia.

Haz esto y vivirás

Dos jóvenes viajaban juntos; uno de ellos creía en Dios y el otro no. Mientras caminaban hablando de uno y otro asunto, el que creía en Dios preguntó a su amigo por qué no creía en Él. Entonces este respondió: “La mayoría de los diez mandamientos enumeran cosas que no debemos hacer. No me agrada”.

Después de caminar bastante, encontraron una serie de señales en los cruces de caminos, que indicaban direcciones a diferentes ciudades. De repente, el que creía en Dios comenzó a cambiar de dirección las señales. Su amigo estaba tan sorprendido que lo detuvo y le dijo que los volviera a colocar en sus lugares apropiados porque la gente no podría encontrar sus destinos previstos. Entonces el que creía en Dios exclamó:

“Cada palabra de la Biblia es una especie de señalización que Dios nos ha dado. Cuando la Biblia nos dice que no hagamos algo, debemos comprender que Dios lo prohíbe porque no encontraremos el cielo si vamos por ese camino, no porque desee controlar ciegamente nuestras acciones y quitarnos nuestra libertad”.

Explicó que Dios nos dio sus mandamientos para mostrarnos el camino correcto hacia nuestro destino, el cielo, para que podamos llegar a salvo. Solo entonces su amigo entendió por qué Dios escribió muchos mandamientos que nos decían que hiciéramos o no hiciéramos algo.

Como manifestó el joven en la historia anterior, Dios nos ha proporcionado una forma de llegar al cielo a través de la Biblia. Hay numerosos mandamientos en la Biblia, como: “Haced esto en memoria de mí”, “No comeréis del árbol de la ciencia del bien y del mal”, “No hurtarás”, etc. Todas estas son peticiones de Dios, que desea conducirnos por el camino de la salvación.

“Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.” Lc. 10:25-28

Jesús dijo al intérprete de la ley: “Haz esto, en lugar de limitarte a saberlo, y vivirás”. Esto nos enseña que si hemos descubierto la voluntad de Dios a través de la Biblia, debemos ponerla en práctica. La razón por la que escudriñamos la Biblia es que en ella podemos encontrar la manera de obtener la vida eterna (Jn. 5:39). Sin embargo, si memorizamos las palabras de los sesenta y seis libros de la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis, pero no las ponemos en práctica, ¿de qué sirve? Dado que Dios nos ha enseñado la dirección y el camino al cielo a través de la Biblia, debemos hacer con fe todo lo que Él nos ha enseñado, sea grande o pequeño.

Satanás ha cambiado las señales de Dios

¿Qué sucede si una persona desobedece el mandamiento de Dios de “haz esto” e insiste en su propio pensamiento: “Aunque no lo haga, ¿aun así iré al cielo?”. En el momento en que tenga este pensamiento, se alejará del cielo. Jesús nos enseñó que solo el que hace la voluntad del Padre celestial entrará en el reino de los cielos.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad [‘ustedes, que violan las leyes de Dios’, NTV].” Mt. 7:21-23

Si seguimos una señal cambiada que apunta en la dirección equivocada, nunca podremos entrar en el cielo, nuestro destino. Aunque algunas personas hayan profetizado y realizado muchos milagros en el nombre del Señor, no hay excepciones.

Sin embargo, el diablo, nuestro enemigo, cambió las señales al cielo, haciéndolas apuntar en direcciones equivocadas; ha cambiado los tiempos y las leyes establecidos por Dios (Dn. 7:25). Cuando las festividades paganas fueron introducidas en la iglesia, el letrero llamado Día de Reposo desapareció y se estableció el letrero deforme llamado culto dominical en el año 321. Satanás también eliminó el letrero de la “Pascua” en 325 y puso el letrero falso de la “Navidad” en 354. Como resultado, muchas personas no han podido encontrar el camino al cielo y están siguiendo el camino equivocado que los conduce a la maldad (violar la ley de Dios).

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mt. 7:13-14

Jesús dijo: “Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Hoy en día, muchas personas no saben que Satanás ha cambiado las señales de Dios y piensan erróneamente que están siguiendo el camino correcto; aunque la Biblia siempre les indica la dirección correcta, la consideran un camino equivocado. Sin embargo, el camino recorrido por muchas personas no siempre es el correcto. A través de la Biblia, necesitamos confirmar una y otra vez si es el camino correcto. Aunque hay solo unas pocas personas que siguen la verdad, debemos seguir las señales que Dios estableció hacia el eterno reino de los cielos.

La promesa que debemos cumplir para ser bendecidos y salvos

Si desea llegar a un determinado destino, debe seguir la señalización que apunta en la dirección correcta. Si no camina en la dirección señalada aunque la vea, o cambia su dirección, terminará en el destino equivocado. Asimismo, si queremos ir al cielo, nuestro destino de fe, debemos seguir completamente la dirección correcta que Dios nos ha mostrado en la Biblia: las enseñanzas de la verdad.

Dios conoce el camino al cielo mejor que nadie. Dado que Dios Todopoderoso nos ha dado las palabras de la Biblia como indicaciones que señalan el camino al cielo, debemos seguirlas para entrar en el reino celestial.

“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” Ap. 22:18-19

Aquí, “este libro” se refiere a la Biblia. No debemos cambiar arbitrariamente la verdad establecida por Dios, que es santo. Dios nos ordena que no añadamos ni quitemos de las palabras de la Biblia. Esto significa que nunca debemos aceptar otros caminos que los que Dios nos ha enseñado para llevarnos al reino de los cielos.

La Biblia no tiene ningún escrito del culto dominical, la Navidad o la adoración de la cruz. Dios lamentó la situación en la que las señales bíblicas desaparecieron y se agregaron doctrinas no bíblicas, y vino a esta tierra por segunda vez para restaurar las señales al cielo que fueron cambiadas (He. 9:27-28).

La verdad del nuevo pacto es una promesa entre Dios y nosotros. Dios nos ha dado la Biblia como una señal que nos conduce por el camino al cielo. Él ha prometido reconocernos como su pueblo y darnos las bendiciones del cielo si seguimos las palabras de la Biblia completamente sin añadir ni quitar de ellas.

El Día de Reposo, la señal del pueblo de Dios

Aprendamos sobre el Día de Reposo, una de las promesas que Dios nos ha hecho.

“Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.” Éx. 31:13

La Biblia testifica que el Día de Reposo es el séptimo día (Gn. 2:1-3). En el Antiguo Testamento, Dios ordenó: “En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo”. Luego hizo del Día de Reposo una señal entre Él y nosotros por nuestras generaciones. Esta es la promesa de Dios de bendecir y santificar a los que guardan el Día de Reposo y reconocerlos como su pueblo. En el Nuevo Testamento, Jesús enseñó: “El Hijo del Hombre es Señor del día de reposo”, y dio el ejemplo de guardar el Día de Reposo como era su costumbre, para que los discípulos también lo hicieran (ref. Mt. 12:8, Lc. 4:16, Jn. 13:15).

Por lo tanto, el Día de Reposo es el camino al cielo que Dios nos abrió. Es una señal que ha establecido y una verdad que nadie debe cambiar.

“Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto, y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de reposo profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos.” Ez. 20:10-13

Dios ha advertido severamente que aquellos que no guarden el Día de Reposo que Él estableció para darnos vida, aquellos que sigan los caminos hechos por Satanás, nunca entrarán en el reino de los cielos. Pensemos en un sistema de señales de tráfico. Las señales de tráfico son las promesas que debemos cumplir para nuestra seguridad. La luz roja significa detenerse, ¿pero qué sucede si una persona ignora la señal de alto y continúa? Esa persona puede terminar en un gran accidente y provocar una lesión o incluso la muerte.

Ignorar nuestras promesas con Dios y romperlas causa un accidente espiritual. Siempre le sigue dolor y destrucción, no felicidad ni vida eterna. Por esa razón, Jesús dice a los que violan las leyes de Dios mientras dicen creer en Él: “Nunca os conocí; apartaos de mí”.

Tengamos una fe viva con obras

Algunas serpientes que habitan en el desierto se alimentan de aves voladoras porque no hay suficiente comida en el desierto. Poseen una coloración protectora para mezclarse con su entorno, y las puntas de sus colas parecen arañas o gusanos a primera vista. Agitan su cola como un señuelo para atraer aves. Tan pronto como las aves se les acercan, confundiendo sus colas con sus presas, abren la boca y se las tragan.

Así es como Satanás tienta a los hijos de Dios. Como las aves que no se percatan del inminente peligro de muerte que acecha, no podemos discernir la violación de la ley que se disfraza hábilmente. Por tal razón, Dios nos da instrucciones detalladas: “Hagan esto. No hagan aquello”. Como hijos de Dios, debemos comprender la voluntad de Dios y confiar en Él. Si pensamos en hacer o no algo que Dios ha prohibido o si tomamos a la ligera la palabra de Dios, sin saberlo nos seguiremos alejando de la dirección al cielo y como resultado nuestras almas terminarán siendo saqueadas por Satanás.

Sería mucho más fácil para Dios si dejara que las personas actuaran libremente y solo llevara al cielo a los dignos de entrar en él. Sin embargo, Dios ama a todos sus hijos y desea llevarlos al cielo sin perder ni una sola alma. Por esa razón, Dios observa cada uno de nuestros movimientos y nos enseña todo, incluso los más pequeños detalles. Si Dios no nos amara, no habría venido a esta tierra para darnos el perdón de nuestros pecados, ni se habría ofrecido en la cruz como sacrificio para expiar nuestros pecados. Sin embargo, Dios nos ama tanto que estableció pautas y direcciones detalladas para llevarnos al cielo. Dado que somos tan profundamente amados por Dios, debemos hacer todo lo posible por seguir la palabra de Dios, en lugar de simplemente conocerla.

“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? […] la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? […] Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Stg. 2:14-26

La Biblia dice que la fe sin obras es inútil y está muerta. Esto significa que la fe sin obras es lo mismo que la incredulidad. La fe y las obras son inseparables.

Algunas personas afirman que no necesitamos guardar la Pascua ni el Día de Reposo si solo creemos en la preciosa sangre de Cristo derramada en la cruz. Sin embargo, debemos guardar el Día de Reposo porque creemos en el poder de Dios el Creador, y debemos celebrar la Pascua porque creemos en Cristo, la realidad del cordero, ¿no es así?

Con una fe viva que se perfecciona a través de las obras, sigamos el camino que Dios nos ha ordenado recorrer y por el que nos guía. Dios también nos ha ordenado: “Id y haced discípulos a todas las naciones […] enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt. 28:19-20). Pongamos también en práctica este mandamiento y guiemos a todas las personas del mundo por el camino de la salvación, el camino de la vida eterna, predicándoles el evangelio mientras van por el camino de la destrucción, mirando en direcciones equivocadas en la señal cambiada por Satanás.

El destino final de la vida humana es el cielo. Les pido sinceramente que siempre pongan en práctica las enseñanzas de Dios, teniendo en cuenta la ansiosa petición de Dios de regresar al cielo, nuestro hogar eterno, de acuerdo con la guía de Dios, para que todos puedan entrar en el eterno reino de los cielos.