La salvación de Dios

1 Samuel 14:1-15

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Mientras que los israelitas temblaban de miedo por la aplastante fuerza militar de los filisteos, Jonatán hijo de Saúl se dirigía hacia la guarnición de los filisteos con un criado que le traía las armas, sin hacerlo saber a su padre.

―Ven, vamos a pasar a ellos. Dios traerá seguramente una victoria para nosotros. No es difícil para Él salvar con muchos o con pocos.

―Ve adelante. Te seguiré.

―Si nos dijeren así: “Esperad hasta que lleguemos a vosotros”, entonces nos estaremos en nuestro lugar, y no subiremos a ellos. Mas si nos dijeren así: “Subid a nosotros”, entonces subiremos, porque Dios los ha entregado en nuestra mano; y esto nos será por señal.

Cuando Jonatán y su paje de armas se mostraron a la guarnición de los filisteos, estos dijeron:

―Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa.

Entonces Jonatán dijo a su paje de armas:

―Sube tras mí, porque Dios los ha entregado en nuestras manos.

Como Jonatán y su paje de armas lucharon contra los filisteos y ganaron con la ayuda de Dios, los filisteos comenzaron a temblar de miedo.

Los israelitas, que eran una fuerza muy pequeña sin armas adecuadas, no podían competir con los filisteos con gran fuerza militar. Sin embargo, el poder militar de los filisteos era nada para Jonatán que tenía la fe firme de que Dios estaba con él. Como Jonatán creía firmemente que la victoria dependía de la ayuda de Dios, y no del número de soldados, fue bendecido con la victoria conforme a su fe.

El resultado de la batalla espiritual entre el ejército del cielo y la fuerza de Satanás es el mismo. Cuando creemos que la obra de la redención solo depende de Dios, ninguna circunstancia mala puede ser un obstáculo. La fe que ve la posibilidad en una situación imposible, confiando en la ayuda de Dios, es el poder que nos permite vencer a Satanás.