Las personas dicen que el amor es la cosa más hermosa del mundo y que no hay nada más fuerte que el amor. Considerando las enseñanzas bíblicas y la naturaleza de las cosas del mundo, nada es imposible para el amor.
Sabemos esto teóricamente. Sin embargo, a veces no logramos practicar el amor, debido a nuestras torpes expresiones. Pongamos en práctica el amor con todo el corazón como los hijos del cielo en obediencia al mandamiento nuevo de Dios: “Mi mandamiento es este: Amaos unos a otros como yo os he amado”.
Dios profetizó que en los últimos días el amor de muchos se enfriaría y que se volverían egoístas en vez de considerar a los demás. Sin embargo, Dios realmente quiere que practiquemos el amor a los demás, teniendo consideración por ellos y regocijándonos en sus éxitos.
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” 2 Ti. 3:1-5
El mundo se hace más y más cruel y descortés. A través de los medios de comunicación, nos enteramos de hechos inmorales cada día. Viendo esto podemos comprender que la mala naturaleza humana descrita en 2 Timoteo capítulo 3 se revela repetidamente en nuestra época.
La gente del mundo se vuelve perversa tal como la Biblia profetizó refiriéndose a los últimos días. Vivimos en un mundo lleno de amadores de sí mismos (egoísmo), avaros (principio de la adoración del dinero), amantes del placer (epicureísmo) y amantes de la lujuria. Esto refleja la ausencia de amor. Dios no quiere que seamos como esas personas. Él nos dice: “A éstos evita”.
El amor es la única medicina para curar las serias enfermedades espirituales de esta época. Por eso Dios realza el amor, diciéndonos la manera en que tenemos que caminar como cristianos.
“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” 1 Co. 13:13
En la antigua China existió la dinastía Qin y la dinastía Qi. La dinastía Qin, cuyo primer emperador Qin Shi Huang logró la unificación de China, fue más poderosa que la dinastía Qi.
En aquellos días los campesinos de la dinastía Qi cultivaban melones, y los campesinos vecinos de la dinastía Qin también los producían. Cada año los melones cultivados por los campesinos de la dinastía Qi crecían bien; eran excelentes en forma y sabor. Pero los melones de los campesinos de la dinastía Qin no lo eran, y el estado de Qin con un gran poder atacaba a los campesinos de la dinastía Qi y pisoteaba sus campos de melones.
Cada año sucedía lo mismo, y los campesinos de Qi se reunieron para discutir el problema. Después de varias discusiones, decidieron cuidar los campos de los campesinos de Qin para que pudieran producir buenos melones. En realidad querían tomar represalias en contra de sus enemigos que los afligían cada año. Sin embargo, dejaron de lado su odio y enemistad contra ellos, y eligieron el camino del amor.
El siguiente año los campesinos de Qi entraron secretamente en la noche en los campos de los campesinos de Qin, y cuidaron sus campos con un corazón mucho más entregado que con sus propios campos. Finalmente los mejores melones crecieron en grupos en los campos de Qin. Los campesinos de Qin vieron lo que había sucedido en sus campos y cambiaron de parecer. A partir de ese momento los campos de melones de Qi no fueron pisoteados por la dinastía Qin, y los campesinos de la dinastía Qi pudieron cosechar sus frutos en abundancia como antes.
Esta breve historia nos muestra que el amor es más fuerte que la fuerza. Si los campesinos de Qi hubieran odiado a sus enemigos por lo que estos habían hecho con ellos, y hubieran cuidado solo de sus propios campos, sus enemigos podrían haberlos atacado de nuevo y podrían haber destruido todos sus cultivos anuales.
Jesús dijo: “A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”. Esto parece un comportamiento necio e incorrecto. Sin embargo, podemos confirmar que el amor es la mejor manera de cautivar el corazón de los enemigos y de someterlos.
En el proceso de nuestra vida de la fe, a veces somos partícipes de una competencia amistosa. Mientras algunos llevan mucho fruto, otros no. Y los que no llevan fruto podrían sentirse ofendidos y hablar bruscamente, y sus palabras descorteses podrían causar malos efectos.
“Ayudemos a los miembros que pertenecen a la región 2.” “¿Qué tal si ayudamos a los que pertenecen a la región 3?” “Unamos nuestras fuerzas y ayudémoslos a llevar mucho fruto, y no solo nos regocijemos por la fecundidad de nuestra región.” Cuando todos los segadores espirituales se reúnan en armonía, ¡qué complacido se sentirá Dios!
Ya que la sabiduría con buena intención de los campesinos de la dinastía Qi provino del amor, conmovió a sus oponentes y trajo un resultado favorable para ambas partes. Ahora, miremos a nuestro alrededor y cuidemos de los campos vecinos y de sus cultivos, orando por ellos, en vez de aferrarnos solo a nosotros mismos. Si estamos unidos en corazón, Dios nos bendecirá en abundancia.
Sabemos bien que el amor es lo más grande. Sin embargo, debemos aprender a expresar el amor y practicarlo siempre. Así como tenemos que entrenarnos para ser piadosos, también debemos entrenarnos para ser perfectos en el amor. Las palabras de la Biblia no solo están escritas para ser leídas, también debemos ponerlas en práctica en nuestra vida.
Dios dijo que debemos tener fe y esperanza, pero sin amor esto no tiene sentido. La fe y la esperanza pueden sobrevivir si van acompañadas del amor.
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas […]. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes […]. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. […] Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” 1 Co. 13:1-13
El amor es sufrido y es benigno. Como la benignidad está basada en la amabilidad, el amor contiene en sí la bondad y la consideración por los demás.
El amor no tiene envidia. Si alguno tiene algún complejo de inferioridad por los demás, porque estos son superiores a él y tienen mejores cosas, este es un hombre necio que no puede practicar el amor. Aunque no tengamos nada, no debemos envidiar a los demás que tienen más. Por la providencia de Dios, algunos recibieron mucho y otros recibieron poco. Aunque seamos inferiores que los demás, no los envidiemos, y aunque seamos superiores, no nos jactemos de ello; porque el amor no tiene envidia ni es jactancioso. Todas las cosas que tenemos vienen de Dios. Debemos estar agradecidos por ser usados por Dios, según la fuerza que tenemos, sea mucha o poca.
El amor no se envanece, no hace nada indebido. Es considerado y cortés con los demás. Y el amor no busca lo suyo ni se irrita.
Nadie quiere a una persona enfadada. Si no queremos que los demás se molesten con nosotros, tampoco debemos irritarlos. Si tenemos un temperamento un tanto violento, debemos tratar de reducir las veces que estamos por molestarnos a diez veces, ocho, cinco… Si tratamos de amar a nuestros hermanos de acuerdo con las palabras de Dios, nuestro Padre y nuestra Madre se complacerán y nos ayudarán a hacer lo que es imposible para nosotros.
Aunque nuestros hermanos nos ofendan y nos causen problemas, debemos tratarlos con amor como los campesinos sabios de la dinastía Qi. Entonces superaremos todas las dificultades. Después de todo, todos se rinden ante el amor, porque Dios mismo es amor.
La Madre siempre nos enseña a amar a los demás. Es el amor lo que más necesitamos en esta época. Sin embargo, podemos fracasar al practicar el amor y vernos envueltos en problemas y causar dolor a los demás, provocando división y oposición, de modo que no podamos convertirnos en la luz del mundo. Siempre debemos analizarnos.
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. […] En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. […] el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. […] Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” 1 Jn. 4:7-21
Ya que Dios nos mostró su firme amor sufriendo en la cruz en lugar de nosotros que estábamos destinados a morir eternamente, debemos amarnos unos a otros.
A veces puede resultar difícil entender los sentimientos o hábitos de los demás que son diferentes de los nuestros, y podríamos fallar al experimentar un sentido de unidad con ellos. Sin embargo, considerando todas las enseñanzas de la Biblia, podemos entender que Dios quiere que practiquemos el amor mostrando consideración por los demás, buscando su bien y no el nuestro.
La Madre dijo que la Biblia es una guía de conducta para los príncipes y princesas del cielo. En una telenovela histórica que representa la vida de la dinastía coreana, vemos que los príncipes y princesas reales tienen sus tutores privados y aprenden las maneras y leyes reales, a diferencia de los hijos de la gente común. En realidad, las costumbres y las reglas de la corte real eran diferentes de las de la gente común; en el palacio debía usarse el lenguaje culto.
Entonces nosotros, que somos instruidos por Dios, debemos usar palabras bondadosas y mostrar consideración por los demás. Esta es la base de los hijos de la familia real del cielo, ¿no es así?
Las palabras y comportamientos llenos de gracia deben ser practicados entre los miembros de cada familia y todos los miembros de la Iglesia de Dios de todo el país y del mundo entero. Pongamos en práctica las palabras de amor que Dios ha escrito especialmente en la guía para los príncipes y princesas celestiales. El amor le pertenece a Dios. El corazón lleno de odio, que ofende a los demás, y la actitud arrogante con los demás, le pertenecen al mundo. Tenemos que deshacernos de esto, ya que somos los instruidos por Dios.
Aunque el mundo se vuelva perverso, y su amor se enfríe, no debemos vernos afectados por esas malvadas influencias. No debemos seguir el camino del mundo sino practicar constantemente la palabra de Dios, cuidándonos los unos a los otros con amor fraternal, así como Dios nos ha enseñado.
La Madre dice que la mayoría de las personas miran la paja en el ojo ajeno pero no miran la viga de su propio ojo; y que primero debemos prestar atención a la viga que está en nuestro propio ojo. Conservando esta palabra en nuestro corazón, necesitamos preguntarnos si tenemos un perfecto amor por Dios y por los demás.
Nadie es perfecto hasta que esté completamente transformado a semejanza de Dios. Mirándonos, debemos ser tolerantes con nuestros hermanos con amor. Cristo nos enseñó a perdonar a nuestro hermano, aunque este peque contra nosotros setenta veces siete, a menos que él rechace la verdad o haga mal uso del nombre de Dios, o distorsione las enseñanzas de la verdad causando que las almas sean llevadas a la destrucción.
Así como los campesinos de la dinastía Qi vencieron las espadas y lanzas de la dinastía Qin con el poder del amor, también los miembros de Sion conseguirán la victoria espiritual practicando el amor que Dios mismo nos ha enseñado y mostrado. Nosotros amamos a los miembros de nuestra familia en casa; amamos a nuestros hermanos como a nosotros mismos en la iglesia, y amamos a nuestro prójimo y a toda la humanidad. Cuando la fragancia del amor se expanda en todo el mundo por medio de nuestras pequeñas obras, toda la potestad de las tinieblas se inclinará a Dios.
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adultera-rás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. […] Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” Ro. 13:8-14
El amor cumple todas las disposiciones de la ley. Por eso no existe forma de hacer la voluntad de Dios sin amor.
¡Empecemos ahora mismo! ¡Prestemos atención a nuestros miem-bros de Sion! “¿Por quién voy a orar hoy?” “¿Por qué región voy a orar?” Cuando tomemos los problemas de nuestros hermanos como si fueran nuestros, nuestro Padre y nuestra Madre estarán bastante complacidos de darnos la gracia del Espíritu Santo en abundancia para que todos podamos llevar muchos frutos de amor.
De acuerdo con las enseñanzas bíblicas, el arma de la luz que debemos vestirnos es el amor. Llenemos nuestro corazón con amor; y con el poder del amor, rechacemos a los espíritus inicuos y procla-memos las buenas nuevas de salvación al mundo, como hijos de la luz. Espero sinceramente que el aroma del amor llene Sion en todo el mundo, y que el amor de los miembros de Sion cambie al mundo entero.