A ti te daré las llaves del reino de los cielos

Mateo 16:13-20

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Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:

—¿Quién dicen los hombres que soy yo?

—¡Juan el Bautista o Elías!

—¡Otros dicen que alguno de los profetas como Jeremías!

Ante las palabras de los discípulos, Jesús les preguntó de nuevo:

—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Pedro respondió con voz llena de convicción:

—Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

—Bienaventurado eres, Simón, porque te lo reveló mi Padre que está en los cielos.

Y Jesús le dio una gracia especial a Pedro, quien lo reconoció correctamente.

—Tú eres Pedro [roca]. Sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

Cuando Jesús alimentó a cinco mil personas con cinco panes y dos peces, muchos lo siguieron, pero lo conocían como uno de los profetas que hizo obras maravillosas. Pero Pedro era diferente. Sus palabras: “Tú eres el Hijo del Dios viviente” fueron su confesión de que Jesús es Dios (Is. 9:6). A Pedro, quien comprendió que Jesús es Dios que vino en cuerpo, fueron dadas las llaves del reino de los cielos.

De acuerdo con las profecías de la Biblia, Dios vino a esta tierra por segunda vez como un hombre. ¿Quién recibirá las llaves del reino de los cielos en esta época? Deben de ser los santos que reciben una gracia especial de Dios y reconocen a Dios que ha venido en la carne, como Pedro hizo hace dos mil años. Nosotros somos esos santos que han recibido al Espíritu y la Esposa, los Salvadores en la época del Espíritu Santo.