Las reglas de la naturaleza

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A simple vista, la naturaleza parece confusa y llena de caos. Está densamente arbolada, y numerosas plantas se han arraigado en lugares al azar. Hay especies inestimables de insectos que no conocemos, y animales que aúllan; el mundo es ruidoso y está repleto de cosas peculiares y difíciles de describir.

La gente suele decir que lo que no es artificial es natural. Sin darse cuenta, consideran a la naturaleza como una coincidencia, donde las reglas y las formas son inescrutables. Sin embargo, la naturaleza tiene patrones ideales en los átomos más pequeños, los cristales, las plantas, los animales, el cuerpo humano, el clima y hasta en la agrupación más grande de galaxias. Cualquier cosa que nombremos de la naturaleza, llega a formar un patrón pequeño y este patrón forma parte de otro patrón más grande.

Entre los aspectos fenomenales y diversos de los seres vivos, echemos un vistazo al ángulo entre dos hojas de una planta. A esto se le llama divergencia. La mayoría de las personas lo pasan por alto, pero Leonardo da Vinci, el genio del Renacimiento, descubrió este patrón mediante su excepcional observación y su curiosidad intelectual como científico.

El veía la naturaleza como una obra maestra del Creador y escribió: “En muchas plantas, la sexta hoja siempre sale encima de la primera”. Las hojas surgen en forma de espiral a lo largo de un tallo, y el orden tiene regularidad.

Hasta ahora se ha confirmado que las plantas tienen cierta divergencia según su especie. Por ejemplo, en los bambúes y la hierba, una hoja se superpone sobre la segunda hoja; en el Cyperus microiria y los alisos, sobre la tercera hoja; en los cerezos y los manzanos, en la quinta hoja; en las rosas, en la octava hoja; y en el pino, en la decimotercera hoja.

Cuando consideramos la primera hoja como 0, una planta tiene una regla según la cual sus hojas se superponen en la segunda hoja o en la tercera o en la quinta o en la octava o en la decimotercera, y la divergencia es de 180º, 120º, 144º, 135º y 138,4º. Hay patrones muy sorprendentes en el número de pétalos, así como de las hojas. Casi todas las flores tienen en sus pétalos una permutación peculiar como 3, 5, 8, 13, 21, 34, etc.

Por ejemplo, los lirios tienen 3 pétalos, las rosas silvestres tienen 5, los cosmos tienen 8 y las caléndulas tienen 13. A veces, el número de pétalos no siempre coincide con estos números, pero es extremadamente misterioso que solo algunos de los números limitados se observen en general.

El número de pétalos de las flores sin duda tiene cierto patrón; se puede obtener cada número sumando los dos números anteriores. Para tener una idea, sería 3+5=8, 5+8=13, etc. La razón por la que estos números de pétalos parecen familiares es que están de acuerdo con las divergencias de las plantas cuyas hojas se superponen en la segunda, tercera, quinta, octava y decimotercera hoja. Esta es la sucesión de Fibonacci.1)

1) Sucesión de Fibonacci: 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34… Cada número subsiguiente es la suma de los dos anteriores. Fue descubierto por Fibonacci, un matemático italiano. El número de pétalos o el número de semillas de girasol sigue esta secuencia, y también la estructura de muchos otros organismos vivos como los nautilinos.

El número áureo se forma si la proporción de la línea a con respecto a la suma c, es la misma que la proporción de la línea b con respecto a a.
Muchos productos de uso diario, como las tarjetas de crédito y el papel A4, están diseñados siguiendo casi el número áureo.

Este misterioso patrón también se puede ver en los conos de pino. Si seguimos a lo largo de un cono, este tiene dos tipos diferentes de espirales —en el sentido de las agujas del reloj y en sentido contrario—, y los números de los conos son generalmente 5 y 8, u 8 y 13.

No solo esto, sino que también podemos encontrar espirales entrecruzados en las cabezas de los girasoles. Los espirales de las semillas de girasol también varían, dependiendo del tamaño de la flor; pero si tiene 21 semillas, entonces tiene 34 semillas en la otra dirección, y 34 y 55, 55 y 89, etc.; siempre hay dos sucesiones de Fibonacci cercanas.

La sucesión de Fibonacci llama la atención de la gente debido al número áureo (1:1,61803…). El número áureo significa que la proporción entre una cantidad y otra, es la misma que la proporción entre la suma de ambas cantidades y la cantidad mayor. Entre los dos números sucesivamente obtenidos en la sucesión de Fibonacci, si el último número se divide entre el número anterior, se acerca al número áureo.

Y si los números aumentan en la sucesión de Fibonacci, la proporción se acerca más al número áureo. Este número áureo es la proporción más ideal y hermosa ante los ojos humanos, y se utilizó en muchas obras de arte como el antiguo Partenón griego, La Mona Lisa y La Última Cena de Leonardo da Vinci y el Tableau de Mondrian.

A partir de un rectángulo que tiene el número áureo, si dibujamos una curva desde una esquina hasta la otra a través de los cuadrados que pueden dibujarse infinitamente, las curvas crean la forma de un caracol; incluso existe una nueva forma de patrón, trascendiendo el concepto numérico que es fácilmente perceptible.

Un fractal es un patrón que no acaba nunca. Los fractales son patrones infinitamente complejos que son autosimilares en diferentes escalas. Las estructuras de las nubes, los cristales de nieve, los relámpagos, los tallos, las hojas, las venas de las hojas, muestran fractales2). Sin importar cuánto nos acerquemos para descubrirlo con más detalle, nada cambia y el mismo patrón organizado y elaborado aparece una y otra vez.

2) Fractal: Una estructura repetitiva infinita, pequeña y simple que crea una estructura compleja y misteriosa. Cuenta con autosimilitud y recurrencia. En la naturaleza, son fractales una ría costera, la forma de la distribución de los vasos sanguíneos de los animales, las ramas, la manera en la que se forma la escarcha, la forma de las cadenas montañosas y todo en el universo finalmente tiene estructura fractal.

Cuando se trata de una forma estandarizada o de determinado patrón, la gente suele pensar en lo que los seres humanos han creado, como circuitos electrónicos, la estructura de una ciudad llena de gente vista desde el cielo o el patrón geométrico de una tela. Además, los conceptos numéricos y la geometría han sido considerados como de altas dimensiones y artificiales, de modo que solo los seres humanos lo pueden hacer.

Sin embargo, el mundo que Dios creó es un mundo complejo que los seres humanos no podemos ni siquiera imaginar con nuestra capacidad. En comparación con un mosquito complejamente estructurado y elaborado, un jumbo jet que requiere tecnología de vanguardia y experiencia humana no es más que un avión de juguete para niños.

La fina estructura de las escamas de las alas de las mariposas, las olas hechas en el agua o en la atmósfera, las rayas de los tigres y de las cebras, los movimientos de los insectos y de los animales, el movimiento de los cuerpos celestes… Todos tienen regularidad. Hemos pensado que las matemáticas y la ciencia demuestran la extraordinaria capacidad de los seres humanos, pero en realidad hemos descubierto solo pequeñas reglas de lo que Dios ha hecho.