
Aristóteles pensó: “El huevo en el vientre de su madre ave es suave, pero se endurece cuando sale y toca el aire, para que sea menos doloroso para la madre al procrear”. No obstante, el huevo está cubierto con un duro cascarón incluso desde el interior del vientre de su madre.
El cascarón es lo suficientemente duro para soportar el peso de la madre ave, pero también lo suficientemente suave para que el polluelo lo rompa y salga. El principal componente del cascarón es el carbonato de calcio. Cuando llega el momento de formarse el cascarón, la madre ave busca instintivamente alimentos que contengan carbonato de calcio. Los poros finos (agujeros de aire) que se extienden por todo el cascarón, permiten que el oxígeno ingrese en él y se libere el dióxido de carbono para que el embrión respire, evitando la infiltración de gérmenes. Y a medida que se forma el embrión, se genera agua a fin de que los poros liberen vapor para evitar que el embrión se sofoque.
Por otra parte, aunque los cascarones se vean simples, en realidad son muy sofisticados. Los cascarones protegen a los embriones con la mejor función en diversos entornos, vivan en regiones heladas, calientes, húmedas o secas o estén en un nido cálido o expuestos en acantilados rocosos. El cascarón es la cuna perfecta hecha en el cuerpo de las madres aves.