El hermano que vendí por mi pecado

Kim Min-ju, desde Cairns, Australia

5,858 visualizaciones

Al leer la historia en Génesis sobre los hijos de Jacob que vendieron a su hermano José como esclavo a los madianitas por celos, llegué a pensar en muchas cosas. Más que nada, es una pena que cometieran ese pecado por no entender el corazón de su padre.

“[…] José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas.” Gn. 42:36

Jacob no amó solo a José y Benjamín, los hijos de Raquel. En la escena en la que expresó el mismo dolor por perder a José cuando Simeón fue a Egipto a buscar comida y fue tomado como cautivo, podemos ver el corazón de Jacob que los amó por igual. Pero los hijos no comprendieron el amor de su padre y se quejaron de sus posiciones. Finalmente, cometieron el pecado de vender a su hermano.

En realidad, yo no era diferente de los hijos de Jacob. Cuando vi a los hermanos y hermanas que tenían grandes talentos, sentí que habían recibido más atención y amor de Dios. Me disgustaba con ellos innecesariamente. Era una hija inmadura espiritualmente, peor que los doce hijos de Jacob.

Al final de la historia, Judá, que era el cuarto de los doce hijos, no escatimó su vida para salvar a su hermano. De ahora en adelante, también encontraré a nuestros hermanos y hermanas perdidos y pondré todo mi corazón y esfuerzo en servirles y amarlos.