Cuidado de bosques
Maxine Hannah, desde Sídney, Australia
“Sus dos horas equivalen a nuestros seis meses”.
Esta fue la ecuación dada por el concejal que explicó que nuestro trabajo voluntario de dos horas les habría tomado seis meses completar. Mientras trabajábamos sinceramente con amplias sonrisas y alegres risas que resonaban en la reserva forestal, habíamos sembrado 120 plantas y sacado con palas tres grandes montículos de mantillo para cubrir y proteger una amplia zona de árboles y plantas nativas.
Mi compresión tuvo que ver con la tarea de abonar, que consiste en cubrir el suelo alrededor de las plantas con virutas de madera para evitar la excesiva evaporación o erosión, enriquecer el suelo e inhibir el crecimiento de maleza; en el suelo donde ya se había extendido la mala hierba, el mantillo les impediría crecer de nuevo, y finalmente morirían por completo. Las virutas de madera que convirtieron el terreno estéril en un hermoso bosque lleno de vida y color, no se veían ordinarias.
Es el amor de la Madre lo que los hermanos y hermanas que predican el nuevo pacto a los ocho mil millones de personas difunden por todo el mundo con grandes dolores y lágrimas. Si el amor de la Madre cubre toda la tierra, muchas almas revivirán y nuevas vidas crecerán y la llenarán con una fresca fragancia de vida.