Pensé que me había convertido en hijo de Dios porque era bueno y justo, hasta que vi las siguientes palabras:
“Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.” Ro 11:5-6
Pude convertirme en hijo de Dios no por mis obras sino por la gracia de Dios. Estamos recorriendo el camino hacia el reino de los cielos por la gracia y el amor del Padre y la Madre celestiales. Siempre los seguiré con humildad, dando gracias por escogerme como su hijo, aunque me falta en muchos aspectos.