En enero de 1994, Wang Ming-ching y su esposa, que eran vendedores de frutas en Chengdu, China, perdieron a su hija de tres años mientras entregaban el cambio a su cliente. Incluso después de veinte años, Wang Ming-ching no pudo renunciar a la búsqueda de su hija y comenzó a trabajar como taxista para encontrarla. Puso carteles con fotos de su hija dentro y fuera del taxi, y entregaba su tarjeta de presentación a los clientes, pidiendo información.
Su triste historia fue ampliamente conocida en la televisión e Internet. Una mujer en la provincia de Jilin escuchó la historia y pensó que la supuesta imagen adulta de la niña se parecía mucho a sí misma. Ya que ella había sido adoptada cuando era niña, se puso en contacto con él solo para estar segura, y llevó a cabo una prueba genética con la ayuda de un centro para niños desaparecidos. Como resultado de la prueba, se descubrió que era hija de Wang Ming-ching.
La madre, que pudo reencontrarse con su hija después de veinticuatro años, rompió en llanto, culpándose a sí misma; el padre también pidió perdón a su hija y le dijo que todo era culpa suya. Los reporteros que observaron la reunión familiar informaron que el compromiso de los padres que no renunciaron a encontrar a su hija, conmovió al cielo.