Ojos

Choi Yong-kyu, desde Seúl, Corea

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Desde hace unos años, veía borroso en mi ojo izquierdo como si hubiera neblina. Empecé a sentir el mismo síntoma en mi ojo derecho. Comencé a utilizar gafas pensando que tenía presbicia, pero aún no podía ver claramente. En el centro oftalmológico adonde mi esposa me dijo que fuera, me recomendaron ir a un hospital grande para encontrar la causa exacta, y solo me recetaron un colirio para los ojos.

Posteriormente, por el ajetreo del restaurante que administrábamos, no había tiempo libre. Pero después, cuando ya ni siquiera podía distinguir los objetos, comprendí la gravedad de la situación y fui a un hospital. El médico dudaba que fuera glaucoma y sugirió que me un examen de imágenes por resonancia magnética (IRM) para descartar que hubiera algún problema cerebral.

No sé cómo salí del hospital. “¿Y si me quedo ciego?” Sentado en la banca, pensaba todo tipo de cosas. Por quien más sentía pena era por mi esposa. Por el continuo fracaso del negocio, mi esposa había sufrido muchísimo. Sin embargo, ella nunca expresaba su pena… Por eso, no quería darle más carga.

Volví a casa y le conté a mi esposa lo que el médico me había dicho. Como ella tiene un amplio corazón, me consoló diciendo que todo estaría bien. El resultado del examen de resonancia magnética reveló que el síntoma que tenía era un tumor en la hipófisis que estaba creciendo presionando el nervio ocular. El médico dijo que si lo dejaba de esa manera, podría quedar ciego. Tenía que ser operado urgentemente. Me sentía desahuciado. Pero la siguiente palabra del médico fue muy esperanzadora. Gracias a los avances de la tecnología médica, la operación podía hacerse fácilmente, y como el índice de éxito era alto, era posible la recuperación de la vista. No sé quién lo dijo primero, si mi esposa o yo, pero ambos dijimos: “Gracias Padre y Madre”. Después de eso, ya no pude escuchar lo que el médico decía.

Después de la operación, la sed y el fuerte dolor que sentía me despertaron de la anestesia. Me dijeron que había salido de la sala de operaciones siete horas antes. El dolor empeoró porque estaba desapareciendo la anestesia. No podía mover mi cuerpo, incluso era difícil respirar, sentía náuseas y dolor de cabeza. Parecía una pesadilla soportar la noche con un analgésico, y de esa manera desperté al día siguiente.

Por un momento, dudé de mis ojos. ¡El mundo se veía tan claro en la brillante mañana! “¡Padre y Madre, muchas gracias!” No podía hacer más que ofrecer una oración de gratitud a Dios por permitirme ver el brillante mundo. Lágrimas caían de mis ojos.

Unos días después, sentado frente al jardín del hospital, escuchando el gorjeo de los pájaros y el susurro de las hojas en el viento, el mundo me parecía más tranquilo y hermoso que nunca. No sabía que solo con el hecho de poder ver algo estaría tan agradecido.

En el pasado, cuando era ciego espiritual, no reconocía a Dios que había venido como la luz. Dios ha abierto los ojos espirituales de este ciego para distinguir la verdad. ¿Acaso había valorado ligeramente esta bendición hasta ahora? Debe de ser la voluntad del Padre y la Madre celestiales permitirme ver nuevamente el mundo físico y espiritual. Predicar la verdad a las personas que están a mi alrededor, para que los ojos de ellos sean abiertos y reconozcan a Dios Elohim, es la manera de retribuir la gracia de Dios.