El ojo transforma la imagen de un objeto reflejado en la retina en información electroquímica y la envía al cerebro a través del nervio óptico. El ojo recibe información más que cualquier otro sentido del cuerpo. Es tan importante que la gente dice: “Los ojos ocupan el 90 % del cuerpo”. Sin embargo, es muy sensible a los estímulos externos, por lo que incluso una pequeña partícula de polvo puede causar grandes inconvenientes. Esta es la razón por la cual el globo ocular, el órgano principal del ojo, es asistido por muchos apéndices.
Primero, el párpado cubre el globo ocular expuesto y lo protege, moviéndose hacia arriba y hacia abajo y lava el ojo con lágrimas para que quede brillante y transparente. Cuando se expone al viento o a la luz intensa, se cierra automáticamente y reduce la incomodidad en el ojo. Las pestañas en los párpados detectan objetos extraños, impiden que lleguen al ojo y evitan la invasión de bacterias y partículas finas. Además, las cejas evitan que el sudor que cae por la frente penetre en el ojo, y el hueso de la ceja absorbe la conmoción cuando el ojo se golpea.
Los párpados, las pestañas, las cejas y los huesos de las cejas son ayudantes indispensables, aunque no están directamente relacionados con el sentido de la visión. Por más pequeño que parezca, cada órgano que forma el cuerpo tiene un papel y una misión, y hay una razón para su existencia.