La ciudad natal de mi padre

Seo Jin-hui, desde Busan, Corea

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“Cuando tenga una oportunidad, me gustaría visitar mi ciudad natal con todos ustedes”.

Mi padre decía eso muchas veces. Mi hermana mayor y yo no lo tomábamos en serio y solo decíamos: “Está bien, vayamos allá cuando tengamos una oportunidad”.

Sin embargo, esa oportunidad no llegó tan fácilmente. Después de casarme, visitaba a mi padre regularmente, pero era difícil tomarme tiempo para llevarlo a su ciudad natal. Una de las razones por las que era difícil ir, era que a él no le resultaba fácil caminar.

Año tras año, mi padre extrañaba su ciudad natal aún más.

“Quiero ir allá antes de morir. También extraño a mi hermana mayor”.

Sus ojos ansiosos me decían que no debía retrasarlo más. Me sentía muy mal por haber estado postergándolo con muchas excusas, ignorando cuánto quería ir allá. Tomé sus manos y dije: “Lo siento, padre. Ya deberíamos haber ido. Vayamos durante estas vacaciones de verano”.

Mi hermana y yo modificamos nuestros días de vacaciones e hicimos un plan.

El día que finalmente nos dirigimos a Naju, la ciudad natal de mi padre, él estaba muy emocionado como un niño pequeño yendo de pícnic. Al verlo tan feliz, me sentí muy bien.

Mi cuñado nos llevó hasta Naju, lo cual nos tomó cuatro horas. No sabía por qué nos tomó tanto tiempo hacer un viaje hasta allá, aunque no estaba tan lejos.

“¡Hermana, estoy aquí!”

Tan pronto como llegamos a la casa de mi tía, mi padre gritó con voz emocionada.

“¡Oh, mi hermano! ¡Estás aquí!”

Una señora mayor, que se parecía a mi padre, salió corriendo.

“¡Hermana!”

Mi padre pareció olvidar que necesitaba un bastón para caminar; arrojó su bastón y corrió hacia ella. Se abrazaron felices.

“¿Qué te hizo tardar tanto? Te dije que vinieras frecuentemente”.

“Lo haré de ahora en adelante”.

No podían soltarse de las manos durante mucho tiempo, preguntándose cómo habían estado.

Mi padre se quedó en la casa de mi tía, hablando de varias cosas con su hermana. Nunca lo había visto tan contento; llevaba en su rostro la sonrisa más feliz.

Eso parecía decirme qué significa una ciudad natal. Es un lugar que uno siempre extraña y al que desea ir. Es un lugar donde uno encuentra a sus hermanos y hermanas y calma sus anhelos.

Extraño mi ciudad natal donde estaré con mi Padre y mi Madre celestiales y mis hermanos y hermanas. Pensando en aquel lugar, estoy muy contenta. Imagino el día en que volveré a mi hogar celestial y hablaré de cuánto había extrañado ese lugar, con una feliz sonrisa en mi rostro.