Hábito, el comienzo del cambio

Los hábitos tienen un gran impacto en su destino y en la felicidad familiar. Tener buenos hábitos es acoger la felicidad.

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Desde el momento en que se despierta por la mañana hasta que se va a dormir por la noche, desarrolla innumerables acciones. Sin embargo, no se preocupa por cómo asearse, en qué orden ponerse la ropa y cómo usar los cubiertos al comer. El cuerpo se mueve antes que la cabeza, obedeciendo al hábito.

El hábito es un patrón de comportamiento adquirido por repetición de actos hasta volverse casi involuntario. No es exagerado decir que la vida es una continuación de hábitos; nuestra vida diaria consta de diversos hábitos, como hábitos de sueño, hábitos alimenticios, hábitos de ejercicio, hábitos de lenguaje, hábitos de conducción y hábitos de consumo.

Se dice: “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito”. Cuando es hora de levantarse por la mañana, sus ojos se abren espontáneamente, y si a menudo mueve las piernas, lo hará de manera inconsciente. Una vez que tiene el hábito de tomar café después de las comidas, puede parecer incómodo si lo omite. De esta manera, los hábitos se establecen con el tiempo y tienen un gran poder, suficiente para cambiar la vida diaria de una persona e incluso toda su existencia.

Cómo el cerebro maneja las cosas fácilmente

Sus pensamientos y acciones crean caminos en el cerebro. Si repite una determinada acción durante mucho tiempo, el cerebro aprende a realizarla automáticamente, así como se crea un camino a medida que muchas personas continúan transitando por él, aunque al principio tuvieron que despejar un camino a través de los matorrales.

Gracias a los hábitos, se pueden ejecutar muchas cosas con rapidez y eficacia y desarrollar sus habilidades a través de ellos. Aunque al principio le resultaba difícil conducir, será fácil practicándolo frecuentemente. Una vez que se acostumbra a preparar platos complicados, puede hacerlo incluso mientras habla por teléfono.

Durante las acciones conscientes, el cerebro consume glucosa y oxígeno, que son los principales combustibles suministrados a las células. Sin embargo, no hay espacio en el cerebro para almacenar glucosa, por lo que necesita una forma de ahorrar energía. Si no se forma un hábito, el cerebro tiene que gastar mucho tiempo y energía, pensando en qué hacer y cómo manejarlo cada vez. El hábito es la sabiduría de nuestro cuerpo para conservar energía.

Un documental de televisión coreano demostró esto en un experimento. Doscientas palabras correctas en inglés y cien palabras mal escritas se mezclaron y se mostraron a los sujetos, y estos tenían que distinguir las palabras correctas en medio segundo por palabra. Como resultado de la magnetoencefalografía (método para mapear la actividad cerebral midiendo los campos magnéticos generados por la actividad eléctrica de las neuronas en el cerebro), el cerebro de una persona que habitualmente usa el inglés, apareció en azul, lo que significa que el cerebro estaba menos activo; y el cerebro de una persona que no usa mucho el inglés, apareció en rojo, lo que significa que el cerebro estaba más activo.

En el mismo sentido, en cuanto a la misma acción, el cerebro de la persona que lo hace habitualmente, se siente menos agobiado. Entonces, si desea actuar de forma natural y fácil como anhela, conviértalo en un hábito. El problema es que el cerebro no puede distinguir entre buenos y malos hábitos. Por lo tanto, dependiendo de si su hábito es bueno o malo, los hábitos pueden ser una bendición o una trampa.

Los hábitos determinan el destino

“Cuide sus pensamientos, porque se convierten en palabras. Cuide sus palabras, porque se convierten en acciones. Cuide sus acciones, porque se convierten en hábitos. Cuide sus hábitos, porque se convierten en su carácter. Y cuide su carácter, porque se convierte en su destino.”

Esta es una cita de Margaret Thatcher, ex primera ministra británica. Mahatma Gandhi también dijo: “Sus hábitos se convierten en sus valores. Sus valores se convierten en su destino”.

Hay hábitos buenos, hábitos malos y hábitos que no son ni buenos ni malos. Aunque la distinción entre hábitos buenos y malos varía, dependiendo de las opiniones personales, los buenos hábitos generalmente tienen efectos positivos sobre sí mismo y en los que lo rodean.

El hábito de escuchar atentamente, el hábito de saludar a los demás, el hábito de limpiar el entorno y el hábito de ser amable con los demás… Estos buenos hábitos forman un gran carácter y también se convierten en una brújula que conduce la vida en una buena dirección, ayudándole a aprovechar una oportunidad cuando llega. ¿No sería más probable que el empleado que habitualmente recoge la basura en la empresa, gane el favor del jefe y se le encomienden tareas importantes?

No es de extrañar que aquellos que lograron grandes marcas en la historia, tuvieran buenos hábitos; Tolstói se convirtió en un gran escritor gracias a la costumbre de llevar un diario todos los días; Lincoln dejó un discurso famoso gracias a su hábito de lectura; y Helen Keller superó su discapacidad física con el hábito de dar gracias.

Incluso crear un buen hábito puede conducir a un cambio dramático como un efecto dominó. Por ejemplo, si practica el hábito de hacer ejercicio, pensará en su salud y cambiará sus hábitos alimenticios y se abstendrá de los hábitos nocivos para su cuerpo. Además, tendrá la determinación de ser diligente, y podrá levantarse más temprano en la mañana para desarrollarse.

Los estudios demuestran que el hábito de tender la cama todas las mañanas está relacionado con la productividad, el índice de felicidad y la autorregulación. Ordenar su cama no es una causa directa para hacer feliz su vida, pero no cabe duda de que un pequeño cambio forma un círculo virtuoso y lo estimula a adquirir otros buenos hábitos.

Los cambios en los hábitos conducen a la felicidad

Los malos hábitos crean un círculo vicioso, ocupan un tiempo valioso de su vida, y la gente no confiará en usted. Peor aún, es contagioso, por lo que puede contaminar a las personas que lo rodean o perjudicar a otros inconscientemente. Los malos hábitos generalmente se encuentran en el centro de las cosas que desea desesperadamente pero que no puede lograr.

En general, los malos hábitos incluyen comer en exceso, beber, fumar, desperdiciar, retrasar el trabajo, estar inactivo, maldecir, usar un teléfono inteligente durante mucho tiempo, dormir demasiado, no limpiar e irritarse. Si habitualmente continúa haciendo cosas que son malas para usted y que se ven mal a los ojos de los demás, no tendrá otra opción que causar desgracias.

Esto sucede especialmente en una familia, la unidad más básica de la sociedad. Hay muchas parejas que se divorcian a medida que sus conflictos se profundizan debido a diferencias triviales en el estilo de vida. Los hábitos de dejar las tazas usadas sin lavar, dejar los calcetines al revés al quitárselos y dormir hasta tarde durante las vacaciones parecen simples, pero no se pueden ignorar en la vida familiar. Cuando mantiene buenas relaciones familiares, su índice de felicidad también es alto. Entonces, si tiene un hábito que causa conflictos familiares, debe corregirlo activamente.

Cambiar los hábitos es más fácil de decir que de aplicar. Sin embargo, si intenta cambiar y abrir un nuevo camino desechando cosas viejas, familiares y cómodas, puede mejorar. En lugar de decir: “Soy así” y quedarse con los brazos cruzados, seamos flexibles. El comienzo de la mejora es reconocer y aceptar qué hábitos deben corregirse. Y es mejor desarrollar nuevos hábitos buenos que decidir imprudentemente dejar los malos hábitos. Por ejemplo, si tiene la costumbre de usar un teléfono inteligente durante mucho tiempo, tenga un hábito de lectura; si tiene el hábito de quejarse, agradezca más para reducir los momentos de los hábitos anteriores.

Los buenos hábitos desaparecen rápidamente si deja de hacerlos tres veces, pero se acostumbra rápidamente a los malos hábitos a la tercera vez. Los malos hábitos generalmente provienen de perseguir cosas que son fáciles y cómodas, pero los buenos hábitos requieren esfuerzos conscientes, autocontrol y mucha energía. Por lo tanto, para corregir los malos hábitos, siempre debe estar alerta.

Es aún más efectivo cuando los familiares se animan mutuamente y trabajan juntos para desarrollar buenos hábitos. Cuando toda la familia junta practica la costumbre de levantarse temprano, se siente mucho más fácil que hacerlo solo. Cuando desee cambiar el hábito de ver televisión por un tiempo prolongado, si alguien en su familia mantiene el televisor encendido, su firme voluntad se desvanecerá. Elogie los esfuerzos de su familia por crear buenos hábitos; y en cuanto a los diferentes hábitos, trate de encontrar formas de satisfacer a todos en lugar de obligar a la otra persona a cambiarlos.

No es posible cambiar en un día. El presente es el resultado de hábitos pasados, y el futuro está determinado por los hábitos presentes. Así como los esfuerzos pequeños y triviales marcan una gran diferencia más adelante, el cambio de un pequeño hábito provoca un gran cambio en la vida. Cambiar significa cambiar los hábitos.

Incluso el agua contaminada puede ser clara si agrega agua limpia poco a poco. Es importante continuar vertiendo sin parar. Eliminemos los malos hábitos uno por uno y completémoslos con buenos hábitos. Desarrollar un hábito que lo ayude a usted y a su familia es la clave para llevar una vida enriquecedora y feliz.