Juego feliz para padres e hijos

Para los hijos, el juego es más que jugar. Para los padres, jugar es un tiempo para compartir amor con sus hijos.

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El Dr. Garry L. Landreth, máster en terapia de juego y neurólogo, declaró: “Las aves vuelan, los peces nadan y los niños juegan”. Para los niños que se están desarrollando, jugar es su vida diaria y todo. La razón por la que no están quietos ni un instante y se mueven todo el tiempo, es que quieren jugar.

Sin embargo, los expertos dicen que la felicidad de los niños depende de con quién jueguen y no de lo que hagan. En 2014, según un estudio realizado por el Instituto Coreano de Cuidado y Educación Infantil, los niños coreanos mencionaron más a sus padres cuando se les preguntó: “¿Quién estuvo contigo en el momento más feliz?”. Los padres también estuvieron en primer lugar cuando les preguntaron con quién querían jugar. Por lo tanto, el tiempo de juego con los padres es más valioso que cualquier otra actividad para los niños.

Todos los padres desean que sus hijos crezcan integralmente. Para esto, el primer botón de crianza de los hijos llamado juego debe estar bien asegurado. Pero muchos padres no saben cómo jugar con sus hijos. Algunos les dan un teléfono inteligente para atraer su atención, o hacen sus cosas al lado del niño. Veamos el juego, un punto de partida para criar hijos y una parte importante del cuidado infantil.

Los niños crecen mientras juegan

El juego es importante porque afecta todos los aspectos del desarrollo infantil. Los niños juegan, caminan, corren, ruedan, tocan y manipulan objetos. En este proceso, los músculos y los sentidos se estimulan de manera uniforme y el cuerpo crece en equilibrio.

El juego también ayuda a la madurez emocional, aliviando el estrés latente y la agresividad. A diferencia de los adultos, los niños no están acostumbrados a las emociones negativas como la depresión y la ira, y no expresan bien su ansiedad y tensión. Por eso expresan sus sentimientos plenamente mientras golpean algo o juegan hasta quedarse sin aliento.

Además, su desarrollo cognitivo, lingüístico y social se logra mientras juegan. Los niños desarrollan habilidades de pensamiento al encontrar nuevos entornos y objetos mediante el juego. El juego de roles, en particular, ayuda a los niños a aprender el lenguaje, el comportamiento social y la consideración de las situaciones y los roles.

De esta manera, los niños aprenden constantemente cosas nuevas mientras juegan. Sin embargo, cuando juegan solos, ven televisión o juegan con un teléfono inteligente, no pueden simpatizar con los demás. Este juego audiovisual unilateral estimula el lóbulo occipital, que procesa la información visual, pero no ayuda, e incluso perjudica cuando se hace en exceso, al desarrollo del lóbulo frontal, que gobierna el pensamiento y el carácter.

El juego requiere interacción con los padres. ¡Recuerden! El juego que ayuda a los hijos a crecer rectamente, debe basarse en el afecto y el cuidado.

“Jugar para los niños” frente a “jugar con los niños”

Los adultos a menudo consideran pasar tiempo con sus hijos como jugar para ellos. Estrictamente hablando, “jugar para ellos” y “jugar con ellos” son diferentes. Cuando los padres juegan para sus hijos, ellos dirigen el juego. Por otro lado, cuando los padres juegan con sus hijos, participan en el juego dirigido por los niños.

Al participar, los padres deben ser sinceros y activos sugiriendo o preguntando al niño cómo jugar. Cuando los padres y el niño disfrutan del juego, pueden tener una comunicación positiva y afinidad.

Para divertirse jugando con los niños y centrarse en jugar, los padres deben ser empáticos. El método es simple. Baje al nivel del niño y escuche con atención. Cuando los padres interactúan con su hijo y juegan juntos, el niño puede concentrarse en el juego cómodamente, como si estuviera jugando con sus amigos.

Intentar enseñar algo mientras juegan evita tener empatía. Si los padres no dejan de preguntar durante el juego: “¿Qué es esto?”, o: “Repite después de mí, este es un elefante, ¡elefante!”, el niño se sentirá abrumado, y a los padres también les resultará difícil concentrarse en el juego, pensando solo en el resultado educativo que esperan.

Cuando juegue, no intente enseñarle al niño, sino dele la oportunidad de hacerlo él mismo. Si controla constantemente el comportamiento de su hijo mientras crece su sentido de independencia, el niño podrá desanimarse mucho. A veces, si el pequeño está distraído o es terco al actuar, dígale las reglas del juego en lugar de decir “no” o “no lo hagas”.

Mientras juega, un niño puede irritarse o llorar con cosas triviales como el colapso de los bloques que estaba construyendo. Es porque los bloques eran todo para el niño en ese momento. En esa situación, comprenda y calme al niño. Si simplemente presiona al niño para que no llore, el niño pierde la autoestima y la confianza.

Cuando jueguen, primero comprenda los sentimientos del niño, hagan juntos lo que él desea hacer y responda bien a sus palabras y acciones. La cálida atención y el aliento de los padres le dan al niño fortaleza y valor para intentarlo de nuevo.

Jugar con un niño no es difícil

Los expertos dicen que las cosas que les permiten a los niños ejercitar su imaginación son más adecuadas para jugar que los juguetes que están perfeccionados. Susan Linn, profesora de la Escuela de Medicina de Harvard, afirmó que cada vez más niños se vuelven menos creativos porque pasan menos tiempo jugando y los juguetes comercializados les quitan totalmente la creatividad. Ella enfatizó que la creatividad se desarrolla solo cuando los niños juegan adecuadamente.

En efecto, cualquier cosa puede convertirse en un juguete para los niños. La rama de un árbol en la carretera puede usarse como una varita mágica; incluso una caja grande de correo o una caja de cartón de leche puede ser un juguete maravilloso si se agrega una idea. Si no hay un juguete para jugar, puede usar su cuerpo: a cuestas, bailar con su hijo sobre sus pies, y levantar al niño con sus pies. Y hay mucho más. Las tareas domésticas, como lavar la ropa y organizar los juguetes, también pueden ser un juego.

Sería bueno que los padres participen en el juego de forma natural mostrando sus acciones, en lugar de recomendar directamente a sus hijos que jueguen algo. Por ejemplo, para jugar a construir bloques, puede comenzar construyendo bloques delante del niño, sin decir: “¡Juguemos con bloques!”. Cuando los padres hacen algo, el niño siente curiosidad y se acerca. Si solo pregunta: “¿Quieres unirte?”, entonces comienza el juego de construcción de bloques.

Después de jugar, felicite al niño por aquello en lo que fue bueno y ayúdele a pensar en el juego, diciéndole “¿te gusta?” o “¿cómo podemos jugar mejor la próxima vez?”. Inmediatamente después del juego, sería mejor limpiar la habitación juntos. Es una forma de considerar la limpieza como parte de la diversión, no como un trabajo agotador.

La alegría que siente su hijo mientras juega no es necesariamente proporcional al tiempo. Al menos durante cinco minutos todas las noches, pase tiempo jugando con su hijo.

La especialista estadounidense en problemas infantiles, Diana Loomans, recitó en su poema: “Si tuviera que criar a mi hijo otra vez”.

Si tuviera que criar a mi hijo otra vez: no prestaría atención a saber más sino aprendería a prestar más atención / montaría más a bicicleta y volaría más cometas / dejaría de jugar serio y jugaría en serio / correría por más campos y contemplaría más estrellas.

El tiempo pasa rápido, y los hijos llegan a buscar a sus amigos más que a sus padres a medida que crecen. Al igual que Loomans, el día de recordar el pasado: “Si tuviera que criar a mi hijo otra vez”, llegará en poco tiempo.

El juego es una oportunidad de crecimiento para padres e hijos, y un regalo que presenta recuerdos felices. El amor de los padres transmitido a través del juego permite que el niño se convierta en alguien que sepa amar a otra persona, y los recuerdos del niño sobre la interacción con los padres permanecen en su mente y su corazón por mucho tiempo, para nutrir su vida.