Una tarea feliz

Gwon Seong-eun, desde Uijeongbu, Corea

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Quería que mi hijo estudiante de secundaria tuviera un recuerdo significativo antes de terminar sus vacaciones. Así que pensé en que experimentara el trabajo de sus padres. Mi esposo, que estaba involucrado en el negocio de la distribución, entrega cientos de latas de aceite de cocina de 18 ㎏ todos los días. Como es un trabajo muy duro, dudó por un momento pero dio su consentimiento, y mi hijo también accedió a hacerlo.

Llegó el día. Viendo a su papá cargar pesadas latas de aceite de cocina, dijo: “Papá, usted es un hombre de verdad con brazos venosos”. Después de cargar dos latas de aceite, miró sus antebrazos y el dorso de sus manos. Luego dijo: “¿Mamá, estaría bien si tuviera los brazos venosos como papá?”. Pensé: “Bueno, está más interesado en la apariencia que en el trabajo de papá. ¿Cuánto tiempo aguantará hoy?”. Solo esperaba que fuera una experiencia valiosa para él.

Cuando llegaron a la tienda del cliente, mi esposo bajó del vehículo primero y mi hijo lo siguió, llevando unos guantes de trabajo de algodón, y preguntó: “¿Cuántas latas aquí?”. Y cargó las latas de aceite para ayudar a su papá. Además del gran peso, las asas de la lata son tan delgadas que lastiman los dedos con solo cargar unas cuantas latas. Si un cliente está en el segundo o tercer piso, después de la entrega las piernas quedan temblando. Cuando pasaron cuatro horas de trabajo, mi hijo se dijo a sí mismo:

“Realmente es un trabajo duro. Mis brazos me duelen como si estuvieran desarticulados. Mis hombros también me duelen. ¡Uf!”

“Puedes parar si estás cansado. No trabajes demasiado.”

Pensé entonces que se daría por vencido. Sin embargo, mi suposición estaba totalmente equivocada.

“Si continúo ayudando a papá, su trabajo se reducirá a la mitad, ¿verdad?”

Al verlo sonreír sin mostrar ninguna insatisfacción, me sorprendió su actitud madura; él todavía me miraba como un bebé de tres años. Mi esposo intentó detenerlo, diciendo: “No podrás sostener ni siquiera una cuchara cuando comas mañana. Debes detenerte ahora”, pero mi hijo dijo: “Papá, deme de comer si se me cae la cuchara”, y sonreí otra vez. Los clientes también se asombraron de su comportamiento y lo felicitaron y le dieron una bebida, diciendo: “Oh, su hijo no es como los niños de hoy en día. Deben estar orgullosos de él”.

Ese día, mi hijo no se rindió a mitad de camino, sino que ayudó a su padre durante doce horas hasta terminar todo el trabajo. Cuando regresaron a casa, mi hijo me dijo mientras su padre estaba ausente por un momento:

“¡Mamá! ¿Sabe? He comprendido que todo lo que he conseguido ha sido por el trabajo de mi padre. Antes, pensaba que podía obtener fácilmente lo que quería comer, lo que quería vestir y una mensualidad. Ahora sé que todo lo que obtengo es del dinero que papá gana con gran esfuerzo. Estoy muy agradecido con papá y mamá por criarme así mientras hay padres que incluso abandonan a sus hijos en las noticias. Papá dijo que cuando me ve comer bien, dormir bien y estudiar bien, se siente recompensado y es su mayor felicidad. También puedo entender por qué mamá está tratando de alimentarme con una cucharada más de arroz cada mañana. Muchas gracias.”

Desde ese día, mi hijo da palabras de ánimo cuando su padre está a punto de irse a trabajar y con frecuencia lo llama por teléfono y le hace reír con humor. Al ver a mi hijo que ha crecido mucho después de experimentar el trabajo duro de su padre, pienso que criar a un hijo es una tarea feliz. Aunque a veces me cuesta criarlo, la felicidad y la impresión que obtengo de él son incomparables. Doy gracias a Dios por permitirme esta tarea feliz. Mi hijo y yo estamos creciendo juntos a través de esta tarea feliz.