Una vez luché financieramente cuando mi empresa se declaró en quiebra. Intenté muchas cosas, pero no pude ver la respuesta. Sentía que recorría un largo y oscuro túnel en soledad.
Pensando que necesitaba cobrar ánimo cuando el tiempo era así, me concentré aún más en las palabras de Dios, escuchando sermones, leyendo los Libros de la Verdad y estudiando la Biblia. Entre los versículos que se me mostró, hubo un versículo que me consoló mucho.
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.” Hab 3:17-18
Aunque tuve dificultades económicas, mi corazón se llenó de agradecimiento cuando pensé en Dios que me salvó. Dios me prometió el reino de los cielos donde no hay lágrimas, ni muerte, ni dolor. Entonces, ¿cómo puedo sentirme desanimado solo porque es difícil ahora mismo?
Las cosas siempre pueden ser buenas o malas. Lo importante es no perder el corazón agradecido. De ahora en adelante, solo miraré a Dios y el reino de los cielos sin importar qué clase de dificultades enfrente, y no perderé la gratitud ni el gozo.