Amable con un extraño

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En agosto de 2016, Kasey Simmons, un hombre de 30 años que vivía en Dallas, EE. UU., fue de compras y vio a una anciana con un rostro sombrío. Otras personas pasaban sin darse cuenta de ella, sin embargo, él le habló porque estaba preocupado. No pudo averiguar qué le pasó, pero la consoló con palabras cálidas y pagó 17 dólares por sus compras.

Al día siguiente, a Simmons le pasó algo inesperado en el restaurante donde trabajaba como mesero. Una clienta pidió un vaso de agua y dejó 500 dólares de propina. Resultó que la clienta era la hija de la anciana con quien él había sido amable. El día que consoló a la anciana era el tercer aniversario de la muerte de su esposo.

La hija de aquella señora dejó un mensaje de agradecimiento en una servilleta. Ella escribió: “Hizo que el día más deprimente del año para mi mamá se convirtiera en un día maravilloso para ella. Nunca había visto a mi madre sonreír así después de que mi padre falleciera”.

Cuando uno muestra amabilidad a alguien, algo bueno le puede pasar cuando menos lo espera. Como dice el dicho:

“Sé amable con un extraño, puede que sea un ángel disfrazado”.