“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.” Sal 19:7-8
Pasé momentos difíciles, aburridos y tediosos cuando estudiaba derecho. Tenía muchos libros gruesos que leer, y las teorías ligeramente diferentes me daban dolor de cabeza. Cuanto más pasaba las hojas, más frustrada me sentía.
Un día, vi estos versículos en la letra de un cántico nuevo. Fue una experiencia liberadora. Al leer directamente los versículos del libro de Salmos, me emocioné aún más.
“Sí, soy hija de Dios y aprendo la ley perfecta de Dios. ¡No debería considerar tan difícil este estudio terrenal!”.
Me sentí confiada no sé por qué, y me fortalecí. Consolada en gran medida por las palabras, pude finalizar mis estudios fácilmente.
La ley de Dios es verdaderamente sorprendente. Cuando la guardo, mi alma se purifica, adquiero sabiduría y me lleno de alegría. Es como dice el libro de Salmos.