Hasta que el lucero de la mañana salga en sus corazones

Lim Ji-yeon, desde Seongnam, Corea

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Cuando estaba en el primer año de secundaria, el maestro de matemáticas nos dio papeles con un patrón interesante y nos explicó cómo mirarlo. Cuando lo hice como el maestro indicó, después de un buen rato pude ver una forma tridimensional construida sobre la imagen plana. Emocionada, la llevé a casa y se la mostré a mi mamá. Mi mamá, que tuvo éxito al final de un largo desafío, estaba asombrada, viendo la imagen una y otra vez. Se trataba de una imagen autoestereoscópica, comúnmente llamada “ojo mágico”.

Unos años después, recibí la verdad a través de mi hermana mayor. Entonces primero mi mamá vino a mi mente. Mi mamá siempre ha llevado una vida difícil, criando a sus ocho hijos junto con las labores agrícolas. Pero nunca dejó de orar de madrugada en la iglesia. Quería que ella conociera las nuevas de salvación lo más pronto posible, porque ella decía que nuestras almas debían ir al cielo aunque teníamos una vida difícil en esta tierra.

Cuando le dije la verdad, ella leyó la Biblia con sorpresa, pero como había asistido a su iglesia por décadas, era difícil para ella cambiar de idea tan fácilmente. Entonces un día, mi madre me preguntó: “¿La manera de ir al cielo aparece en tus ojos tal como la imagen que me enseñaste antes?”.

Le dije que Dios claramente me mostró la manera de ir al cielo que ella tanto anhelaba. En ese momento, recordé un versículo de la Biblia.

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.” 2 P 1:19

Antes, no conocía en absoluto el camino a la salvación, aunque decía creer en Dios. Después de recibir la verdad, sin embargo, leí la Biblia una y otra vez hasta que el Espíritu y la Esposa (Ap 22:17), quienes vinieron como los Salvadores de esta época, surgieron en mi corazón. Le doy gracias a Dios por alumbrar la luz de la verdad en mi oscuro corazón y por permitirme ver el camino al cielo. Oré sinceramente con mi hermana para que mi mamá también fuera bendecida.

Al final, mi mamá vino al verdadero Dios, y ahora se dirige con alegría hacia el cielo que se extiende ante sus ojos. ¿Puede haber algo más alegre que esto?

Aún hay muchas personas a nuestro alrededor que no conocen la verdad. Les entregaré diligentemente la palabra de Dios para que vean claramente las verdaderas profecías de la Biblia en sus corazones.