Ya no vivan para sí

Yun Eun-ju, desde Goyang, Corea

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Tuve muchos cambios en mi vida después de aceptar la verdad y comprender la existencia de la familia celestial y los Padres celestiales que dan vida a mi alma. La bendición de la vida eterna que he recibido a través de la Pascua quitó el miedo dentro de mi corazón, y las preciosas enseñanzas de la Biblia revivieron mi alma día tras día.

Ahora, después de más de una década, he llegado a comprender que las bendiciones que he recibido en la verdad no fueron sin costo alguno.

“y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2 Co. 5:15

Cuando mis hermanos y hermanas menores nacieron consecutivamente, estaba cansada de hacer las tareas domésticas y de cuidar de mis tres hermanos menores. Quería crecer lo más rápido posible para librarme de los quehaceres. Por eso me casé tan pronto como me gradué de la universidad.

Después, estaba de buen ánimo, pensando: “Mi vida me pertenece a mí”, pero en realidad no fue así cuando di a luz a mi hijo. Cuando me convertí en mamá, adoraba a mi hijo. Él era mi tesoro. No quería pasar ni un minuto sin dejarlo. Eso significa que mi vida jamás podía pertenecerme solo a mí.

Así es como Dios vivió. Él se sacrificó y no le importó morir por nosotros. Ese fue su sincero amor y anhelo para que nos quitemos nuestro viejo hombre pecador y nos convirtamos en nuevos seres celestiales, a fin de que no vivamos solo para nosotros mismos sino de acuerdo con la voluntad de Dios.

Sin entenderlo, he vivido solo para mí hasta ahora. Traté de evitar las cosas que son difíciles o que no quiero. Ni siquiera hice suficientes esfuerzos por cumplir con la palabra de Dios.

No apartaré más la mirada de los Padres celestiales, cuyo único deseo es la salvación de mi alma. Al menos de ahora en adelante, quiero vivir de la manera que agrada a Dios, no a mí misma, y retribuir su gracia como una hija fiel.