
Un árbol en el bosque le preguntó a la hierba que estaba reclinada en el suelo:
—Oye, ¿cómo puedes vivir aquí con un cuerpo tan pequeño y débil?
Entonces la hierba le respondió:
—Yo solo mantengo mi posición.
Apenas la hierba terminó de hablar, empezó a soplar un fuerte viento de alguna parte. La hierba que era sacudida por el viento de lado a lado esperó con paciencia. Pero el árbol se rio de la hierba y se irguió rígidamente para jactarse.
El viento se hizo cada vez más violento. El árbol que no podía resistir el viento feroz, cayó y fue desarraigado al final.