Un hombre que estaba llevando su carga se quejó contra Dios.
—¿Por qué me dio una carga tan grande y pesada, y a otros una pequeña y ligera?
Dios lo llevó a algún lugar. Allí había todo tipo de cargas apiladas.
—Si tu carga es pesada, la cambiaré por otra.
Elige una de estas que desees. Él quedó tan contento que no sabía qué hacer. Observó para buscar una carga pequeña y ligera, pero no era fácil encontrar la que quería. Después de un buen rato, pudo elegir una carga que deseaba llevar.
—Creo que esta será.
El hombre estaba satisfecho. Entonces Dios lo miró y dijo:
—Fíjate bien. Esa era la que estabas llevando desde el principio.