El dolor de parto continúa hasta hoy
Park Ji-hye, desde Seongnam, Corea
Le pregunté a un joven en un centro comercial si alguna vez había escuchado de Dios Madre. Dijo que era la primera vez que escuchaba de Ella y prestó atención a las palabras de la Biblia. Quería estudiar más, pero tuvo que irse pronto porque su amigo lo estaba esperando. Prometimos reunirnos nuevamente al día siguiente, y esperé que llegara ese día.
Al día siguiente, fuimos a encontrarnos con él, puesto que dijo que ya había llegado cuarenta minutos antes de la hora de nuestra cita. Había venido directamente del trabajo para cumplir su cita con nosotros, lo cual hizo que mi corazón palpitara al pensar que podría ser un miembro de nuestra familia celestial que habíamos estado buscando ansiosamente.
Vino a Sion y vio algunas exhibiciones sobre la Madre. No pudo quitar los ojos de una frase: “Madre, la palabra más bella del mundo”.
Estuvo de acuerdo y dijo: “Es muy cierto”. Se conmovió aún más al leer el artículo que decía que todos los organismos vivos parten del ADN de su madre y el artículo sobre el sacrificio de una madre que abraza a su feto durante largos nueve meses.
Dijo que había crecido con su hermana después de perder a su madre cuando era pequeño. Parecía que sentía profundamente la importancia de una madre, ya que había experimentado el dolor de separarse de su madre a una edad en la que necesitaba su amor y su ayuda más que en cualquier otra edad.
Le explicamos que podía ser hijo de la Madre celestial a través de la Pascua del nuevo pacto y le preguntamos si quería celebrar la Pascua.
—Quiero celebrar la Pascua 100 %. No, 1000 %.
El hermano Dominik participó en la ceremonia de nacer de nuevo con alegría y gratitud; la sonrisa no desapareció de su rostro. Debe de haber sentido felicidad y consuelo en los brazos de la Madre celestial después de tanto tiempo de haber extrañado a su madre, cuyo rostro ya no podía recordar.
Al ver todo eso, comprendí la importancia de la existencia de mi madre, que había dado por sentado. Lamenté haberme molestado por su desbordante preocupación y amor y por haberme quejado de todas las cosas que me dijo por mi propio bien, considerándolas irritantes.
Luego recordé a la Madre celestial; a menudo consideraba su sacrificio, oración, paciencia y todo lo que hace por mí como algo natural. Oré ansiosamente para que el hermano Dominik y yo también comprendiéramos profundamente el amor de la Madre para ir juntos al cielo.
Después de que el hermano volviera a casa, un miembro dijo:
—La Madre hoy sufrió dolores de parto una vez más.
Esas palabras se quedaron en mi mente. Hasta entonces, no había comprendido el dolor de parto espiritual que la Madre tuvo que sufrir sola para que el hermano Dominik pudiera recibir una nueva vida.
Ahora muchas almas están viniendo a la salvación en todo el mundo, y todos los días la Madre sufre insondablemente un grande y profundo sacrificio. Si pensamos en el arduo trabajo de la Madre por nosotros, no hay nada por lo que no podamos agradecer y nada de qué quejarnos, pero me sentí herida y actué de manera inmadura incluso por pequeños dolores e inconvenientes. Me siento muy avergonzada ante la Madre.
Madre, le doy gracias por permitirme encontrar a un miembro de la familia celestial más hermoso que una joya, y por permitirme entender su amor y sacrificio profundamente. Predicaré con más diligencia y completaré el deber filial espiritual para poder aliviar al menos un poco su dolor.