El que salva un alma, salva al mundo
Heo So-hyeong, desde Seúl, Corea
Conocí a la hermana Bolormaa de Mongolia. Ella vino a Corea con su esposo y estaba concentrada en la crianza de su hijo de menos de un año. Dado que estaba atravesando momentos difíciles por criar sola a su hijo en un país extranjero sin ningún familiar, parecía muy contenta de habernos conocido. Como nosotras también somos madres, le brindamos información sobre el cuidado infantil y nos volvimos cercanas día tras día.
Visitando nuestra iglesia con frecuencia, se convirtió en hija de Dios. Pero a la hermana le gustaba más conversar y comer con los miembros de Sion que seguir la palabra de Dios. Nos sentíamos ansiosas por entregar las palabras de Dios a su alma. Por eso, le mostramos un vídeo corto con subtítulos en mongol y le predicamos las palabras de Dios con lenguaje corporal enseñándole con una Biblia en idioma mongol. Después, un miembro mongol de una Sion vecina le ayudó a comprender la verdad con más profundidad.
Después de comenzar a estudiar la Biblia, guardó el Día de Reposo. El número de sus asistencias al culto se incrementó y finalmente llegó a guardar todos los Días de Reposo.
Al recibir el verdadero consuelo y amor de Dios, y no de una persona, la hermana fue conmovida en gran medida por la promesa de que Dios nos protege de los desastres a través de la Pascua del nuevo pacto. Diciendo que debía entregar las buenas nuevas a su familia que tenía temor de los desastres, predicó la Pascua primero a su suegra que visitó Corea por un corto período, y guio a su hermano mayor, cuando visitó Corea, y a su esposo a una nueva vida en el verdadero Dios. No solamente a su familia, sino que también predicaba el evangelio a todas las personas que conocía en Corea y llevaba frutos cada mes.
Luego, predicó la verdad a su cuñada en Mongolia por teléfono y le presentó nuestra iglesia. Como su cuñada estaba planeando viajar a Corea con su familia, quería estudiar más entonces. Según lo planeado, su cuñada visitó Corea y vino a Sion con más de diez familiares incluyendo a sus padres, su hermana mayor y su esposo, su hermana menor, su hermano mayor y sus sobrinos.
Nuestros miembros de Sion dieron la bienvenida a la numerosa familia que vino desde Mongolia, gritando “we love you!”. Ante esa cálida e inesperada bienvenida, lucían perplejos y contentos al mismo tiempo. Disfrutaron del pollo frito más que de cualquier otro plato y estaban verdaderamente felices de preparar patbingsu (postre granizado de Corea) por sí mismos. Cuando vimos el vídeo de presentación de la Iglesia de Dios y estudiamos las palabras de Dios, fueron muy sinceros. Ese día, las doce almas renacieron como hijos de Dios.
“¡El que salva un alma, salva al mundo!”.
Al ver a todos sus familiares siendo guiados a Sion, pudimos entender claramente lo que significan esas palabras. Una vez que salvamos un alma con las palabras de Dios, el alma puede guiar decenas o cientos de almas al camino de la vida. También comprendimos que es imposible que una persona sola guíe a otra alma. Los miembros les dieron la bienvenida al unísono, algunos miembros les enseñaron las palabras de Dios, y otros prepararon deliciosas comidas para ellos. Como resultado, muchas almas abrieron ampliamente sus corazones.
Oramos para que se conviertan en grandes obreros del evangelio en su país, Mongolia. Nosotros también continuaremos la obra de salvar al mundo en unidad con las palabras de Dios.