¿Rápido solo? Juntos, aunque tome tiempo

Incheon, Corea

4,469 visualizaciones

Hay una hermana cuya fe creció mucho por el tiempo de la Pascua. Ella participaba en la predicación con tanta alegría que los miembros a su alrededor eran revitalizados.

Un día, le prediqué la Pascua a una transeúnte junto con la hermana. Nos encontramos con ella nuevamente y vino a Sion, estudió la verdad de la Biblia y finalmente recibió la bendición de una nueva vida. Se llenaba con la palabra de Dios y superó las pruebas que enfrentó justo después de comenzar su vida de la fe.

La hermana y yo vimos a la hermana nueva crecer en la fe bajo la gracia de Dios, y pasábamos mucho tiempo cuidándola y orando por la hermana nueva. Mientras lo hacíamos, comprendí muchas cosas.

No hace mucho tiempo, tenía la tendencia de juzgar a los hermanos y hermanas desde mi propia perspectiva. Esa tendencia era dominante en mi estilo de vida.

Como camino rápido, me gustaba caminar a través de la multitud adelantándome a otras personas, aunque no estuviera ocupada. Usualmente me perdía mientras caminaba velozmente sin saber a dónde me estaba dirigiendo, y luego pedía indicaciones. Cuando caminaba con mi familia o amigos, por supuesto, siempre estaba delante de ellos. Cuando me pedían reducir la velocidad para caminar juntos, me sentía frustrada y pensaba: “¿Por qué caminan tan lento?”. Lo mismo sucedía en mi vida de la fe; quería recibir bendiciones sola, sin hacer las cosas en unidad.

Pero cambié mucho a medida que hacía la obra del evangelio con la hermana. Como la Madre dijo: “Saldrá bien cuando lo hagan juntos. Es más fácil cuando lo hacen juntos”, comprendí que la predicación siendo uno con la hermana era mucho más sencilla y mejor que predicar sola.

Ahora sé que es una gran alegría tener a mis hermanos y hermanas trabajando juntos para el evangelio. Cuando predicamos valientemente las palabras de Dios después de dudar, estudiamos las palabras de Dios con un corazón humilde, y nos volvemos confiables obreros del evangelio, mi corazón se llena de emoción. Estoy contenta de hacer la obra del evangelio con mis hermanos y hermanas, orando con ellos. Creo que puedo entender más profundamente el mandamiento de Dios: “Ama a los hermanos y hermanas como a ti mismo”.

Se podría ir rápido si uno va solo, pero no puede ir muy lejos. Se sentiría cansado y sería difícil recobrar las fuerzas. Caminaré con mis amados hermanos y hermanas hacia el reino de los cielos adonde el Padre y la Madre me guían, animándonos y ayudándonos mutuamente, aunque nos tome tiempo.