El arrepentimiento de las cosas que no hemos hecho

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La gente se arrepiente de lo que no han hecho en el pasado. Cuando se encuentran con un extranjero y no pueden decir nada, se arrepienten de no haber estudiado más duro un idioma extranjero durante sus días de escuela. Cuando son mayores, se arrepienten de no haber escuchado a sus padres que les decían que estudiaran duro y trabajaran diligentemente mientras fueran jóvenes.

Hay muchas cosas en nuestra vida de las que podemos terminar arrepintiéndonos. No obstante, espiritualmente debemos llevar una vida sin tener que arrepentirnos de nada. Dios nos ha dado la verdad que no nos hará arrepentirnos, y hasta nos ha permitido la herencia del eterno reino celestial. Comprendiendo el valor del reino de los cielos prometido por Dios, todo el pueblo de Sion debe vivir a diario más fielmente y sin ningún arrepentimiento.

Los desastres y la misión de este tiempo

Discovery Channel presenta mini series que, valiéndose de gráficos computacionales, describen supuestas situaciones en el peor de los casos, tituladas“Los Peores Desastres”, que la mayoría de las ciudades podrían esperar en un futuro cercano, en caso de ser golpeadas por el clima extremo. Las series incluyen un súper tifón listo para tragarse a Hong Kong, China; un súper tornado trayéndose abajo a Dallas, Texas, EE. UU.; una tormenta solar que amenaza a la ciudad de Nueva York, EE. UU.; una mega inundación que se dirige hacia Londres, Inglaterra; una tormenta de fuego que abrasa a Sydney, Australia; y una tormenta de hielo que puede paralizar Montreal, Canadá. Este programa dramatiza vívidamente las altas posibilidades de estos desastres predichos por expertos. Ellos dicen que el programa fue hecho para advertir sobre la seriedad de la situación y explorar vías de manejo del problema.

En estos días, el anormal fenómeno del clima ocasionado por el calentamiento global, afecta al mundo entero. En el verano de 2007, Australia sufrió su“peor sequía en mil años”, y pronto fue golpeada por una inundación. Por el mismo tiempo, se reportaba constantemente de inundaciones y deslizamientos en el centro y sur de China, que causaron muchas muertes y dejaron 600 mil personas sin hogar.

Los casquetes de hielo de los Polos Sur y Norte, se están derritiendo rápidamente. En Corea, la temperatura promedio anual se incrementa en 1,5 ºC y ocasiona un cambio climático: de clima templado a clima subtropical. Si este fenómeno climático continúa, un enorme y poderoso tifón podría golpear Corea. En estos días, muchas personas, científicos y medios de comunicación, nos advierten de un desastre nunca antes visto (Ezequiel 7), y expresan una seria preocupación por ello.

Hay muchos desastres profetizados en la Biblia. Esto revela la voluntad de Dios de ayudar a la humanidad a discernir este tiempo presente y conocer la manera de ser salvos de los desastres. Ahora, pensemos en cómo podemos llevar una vida sin tener que arrepentirnos. Algunos dicen: “Aunque el mundo se termine mañana, plantaré un manzano hoy”. Si esta situación sucede, ¿acaso no sería más significativo y valioso salvar un alma hoy? Sería más significativo y valdría más la pena salvar de los desastres a un alma más, que esforzarse por plantar un manzano.

El arrepentimiento de no haber preparado el aceite de la fe

A través de algunos versículos bíblicos, averigüemos qué clase de cosas podrían hacer que nos arrepintamos.

『Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! […] las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.』 Mt. 25:1-13

En la parábola, las cinco vírgenes estaban bien preparadas, por eso no tenían de qué arrepentirse, mientras las otras cinco eran insensatas y terminaron arrepintiéndose. Luego de cerrarse la puerta, las insensatas deben de haberse arrepentido de no haberse preparado teniendo suficiente aceite antes de la llegada del esposo.

Luego, ellas vinieron y tocaron la puerta, diciendo: “¡Señor, Señor, ábrenos!” No obstante, no había más oportunidad para ellas. La Biblia nos dice que será muy tarde para prepararnos para la venida del esposo, una vez que se oiga el clamor: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Siempre debemos estar alertas y prepararnos para la venida del Esposo, porque no sabemos cuándo ha de regresar, si hoy o mañana, si a la medianoche o en la mañana, o cuando estemos durmiendo, como Jesús dijo a sus amados hijos hace dos mil años (Mr. 13:35).

Si ahora somos como las vírgenes insensatas, preparemos el aceite de la fe desde ahora. No es tan tarde. Como las cinco vírgenes prudentes, debemos estar preparados para la venida del Esposo.

El arrepentimiento de no haber ganado nada con los talentos dados por Dios

La parábola de los diez talentos también nos enseña la misma lección.

『[…] A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos […]. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel […]. Llegando también el que había recibido dos talentos, […] Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel […]. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: […] tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, […] al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.』 Mt. 25:14-30

El hombre que había recibido cinco talentos, y el que había recibido dos talentos, negociaron con el dinero y ganaron más talentos. Ellos llevaron una vida significativa sin arrepentimiento. Como resultado, recibieron las felicitaciones y premios de su señor. Pero el hombre que había recibido un talento, enterró el talento bajo tierra y no hizo nada con él. Finalmente, fue echado fuera. Al ser arrojado a las tinieblas, debe de haberse arrepentido del error que había cometido.

Igual que el siervo negligente, Judas Iscariote terminó arrepintiéndose. Después de traicionar a Jesús por 30 monedas de plata, comprendió su pecado y se arrepintió. En el momento que se arrepintió, no obstante, cayó de cabeza y murió.

El arrepentimiento de Judas Iscariote y del hombre que recibió un talento, era por lo que no habían hecho. Judas Iscariote debe de haberse arrepentido de no haber sido fiel a Jesús, y el hombre que recibió un talento debe de haberse arrepentido de no haber hecho nada con su talento y solo haberlo escondido bajo tierra, es decir, de no haber predicado la verdad de las buenas nuevas de Dios a muchas personas a su alrededor después de escucharlas, y no haber ganado más talentos.

No debemos terminar arrepintiéndonos como ellos. ¿Acaso no es mejor hacer las cosas, en lugar de no hacer nada y arrepentirnos? Ahora, hagamos con diligencia lo que más complace a Dios, que es la bendita tarea que contiene la promesa de Dios de hacernos resplandecer como las estrellas a perpetua eternidad en el eterno reino de Dios. Si dejamos de lado nuestro trabajo y gastamos nuestro tiempo no haciendo nada, como el siervo negligente que había recibido un talento, los que arrebaten el reino de los cielos con violencia lo recibirán (Mt. 11:12).

La fe que arrebata el reino de los cielos

Jacob es un representante de los que arrebatan el reino de los cielos y obtienen la bendición de Dios. Aun cuando se descoyuntó su muslo saliéndose de su encaje, no dejó de pedir a Dios su bendición. Así, avanzó apasionadamente hacia el reino de los cielos; él trató de obtener una bendición de Dios, la que fuera, con todo su corazón y su alma, y al final la obtuvo. El hermano mayor era Esaú. Según las costumbres sociales de aquellos días, era casi imposible que Jacob, el hermano menor, recibiera la primogenitura; sin embargo, la obtuvo. Desde luego, Dios lo había profetizado; pero nunca la habría podido recibir si no se hubiera esforzado. Quienquiera que arrebate con violencia (quienquiera que se esfuerce), ciertamente obtendrá lo que desee.

Esaú no valoró su primogenitura y pensó que nunca la perdería, por eso no hizo ningún esfuerzo y finalmente fue privado de su primogenitura. Después de perder su derecho de herencia, se arrepintió de su impulsiva decisión, como Judas Iscariote y el hombre que recibió un talento. Esaú se arrepintió de haber menospreciado su primogenitura vendiéndola a su hermano menor por un plato de guiso de lentejas. Él dijo a su padre Isaac: “¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío”. Sin embargo, ya era muy tarde. Todas las bendiciones ya habían pasado a Jacob. Después de comprender que su hermano menor le había arrebatado su bendición, lloró amargamente (Gn. 25:21-34, 27:1-40).

“[…] clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, […]” Estas palabras muestran con cuánta amargura y llanto se arrepintió Esaú de su acción precipitada. Si hubiera valorado su primogenitura, no la habría vendido por un simple plato de comida, sin importar lo hambriento que estuviera. Él consideraba su primogenitura como algo pequeño, y se deshizo de ella. Cuando Esaú entregó su primogenitura a Jacob, probablemente no sabía que terminaría arrepintiéndose.“¡Si solo pudiera retroceder el tiempo! Si hubiera soportado el hambre temporal en ese momento, habría conservado mi primogenitura.” Sin embargo, ya no servía de nada arrepentirse.

“¿Por qué no lo hice en ese momento?”
“¿Por qué no me controlé y fui más paciente?”
“¿Por qué no preparé suficiente aceite para mi lámpara?”

Estas palabras de arrepentimiento deben de haber sido pronunciadas por Esaú, Judas Iscariote, el hombre que recibió un talento, y las cinco vírgenes insensatas. A fin de no arrepentirnos de esta manera, debemos hacer lo que Dios dice, como sigue:

Obtener la gloria eterna haciendo el trabajo espiritual

『Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. […] Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,』 Col. 3:1-6

Como lo escrito anteriormente, los hijos de Dios que han resucitado con Cristo, deben perseguir las cosas celestiales y buscar la gloria del reino de Dios. Haciendo esto, evitemos arrepentirnos. Es inútil que alguno ruegue a Dios en el último momento de su vida: “Por favor, déme un tiempo más, y seré fiel hasta la muerte, haciendo esto o aquello”.

Debemos empezar hoy. Mañana es demasiado tarde. Hoy es el mejor momento para empezar todo. Ayer es el pasado, y mañana es el futuro, lo cual es“irreal”, y todavía no es“actual”. No obstante, el hoy está aquí. El hombre más sabio es el que comienza hoy sin dejar las cosas para mañana, de modo que no tenga que arrepentirse: “¿Por qué no hice eso?”

Nada se obtiene sin esfuerzo. No debemos gastar nuestro tiempo arrepintiéndonos de las cosas que no hemos hecho, sino ponerlas en práctica diligentemente, por que cada uno de nosotros pueda estar de pie delante de Dios como una persona sabia que recibió cinco talentos y ganó otros cinco. Preparémonos para el reino de los cielos teniendo suficiente aceite para nuestras lámparas, participando juntos en la obra que agrada a Dios (la predicación del evangelio) en estos días.

『[…] en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.』 Dn. 12:1-3

Dios ha prometido que los que enseñen la justicia a la multitud, resplandecerán como las estrellas a perpetua eternidad. Dios nos ha dado a todos la oportunidad de trabajar para él, la oportunidad de predicar el evangelio, la oportunidad de obedecer su voluntad, etc. Y al final Dios recompensará a cada uno según sus obras, como ha dicho (Ap. 22:12).

No debemos gastar nuestro tiempo entregándonos a asuntos sin importancia, sino levantarnos y resplandecer como la luz del evangelio en este mundo de tinieblas. No debemos terminar con arrepentimientos eternos por lo que solo pensamos y no pusimos en práctica. “Si hubiera obedecido la voluntad de Dios con más deseo y entusiasmo mientras estaba en la tierra, habría llegado a ser mejor de lo que soy hoy día…” Estas palabras de arrepentimiento no deben ser pronunciadas por ninguno de nosotros. Dondequiera que estemos, cualquiera que sea nuestra posición o situación, como pueblo de Sion debemos predicar diligentemente el nuevo pacto y salvar al mundo.

La convicción de Pablo y el arrepentimiento de Demas

Podemos alcanzar la bendición y gloria de Dios si luchamos por predicar el evangelio, que contiene la promesa de las bendiciones de Dios, y arrebatamos con violencia el reino de Dios, como lo hizo Jacob. De lo contrario, nos arrepentiremos de las cosas que no hayamos hecho, pensando que debimos haberlo intentado más. Pero será muy tarde, pues no podremos retroceder el tiempo.

『Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo […]. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. […] He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.』 2 Ti. 4:1-8

El apóstol Pablo corrió la carrera de la fe con todas sus fuerzas, por lo que pudo decir confiadamente que había acabado la carrera y que ahora le estaba guardada la corona de justicia. La Biblia nos dice que debemos predicar la palabra –instar a tiempo y fuera de tiempo– y hacer obra de evangelista, para que no tengamos arrepentimiento espiritual por las cosas que no hayamos hecho.

『Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desam-parado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica.』 2 Ti. 4:9-10

Pablo llevó una vida sin arrepentimiento, predicando el evangelio. ¿Pero Demas? Al principio, tenía entusiasmo por el evangelio, pero después regresó al mundo. En ese momento, debe de haberse arrepentido de haberse enamorado del mundo y llevar una vida mundana. Si hubiera soportado un poco más y hubiera permanecido fiel con Pablo hasta el final, su nombre se habría escrito en el cielo y brillaría gloriosamente para siempre. Siendo atormentado en el infierno, debe de haberse arrepentido de no haber soportado las aflicciones temporales.

Ahora, Dios nos da oportunidades. Cuando recibimos oportunidades, debemos considerarlas como una bendición de Dios, como las cinco vírgenes prudentes y el hombre que recibió los cinco talentos. Y debemos llegar a ser como Jacob que no se rindió hasta obtener la bendición de Dios incluso en situaciones difíciles, y también como el apóstol Pablo que corrió la carrera de la fe con diligencia hasta el final de su vida en la tierra, anhelando la corona de justicia.

Creo que ustedes, pueblo de Sion, no tendrán de qué arrepentirse cuando regresen al cielo y digan con seguridad que han hecho todos los esfuerzos por predicar el evangelio. Espero que todos ustedes lleven una vida sin arrepentimientos, obedeciendo completamente la voluntad de Dios y salvando a todas las personas del mundo, y también a sus familiares, parientes y vecinos. Entonces todos podremos ser muy amados y felicitados por nuestro Padre y nuestra Madre celestiales.