El pueblo de Sion participa en la fiesta de vida que Dios concede, guardando la santa pascua todos los años. Los Evangelios del Nuevo Testamento muestran que Jesús estableció la pascua del nuevo pacto, diciendo: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Lc. 22:15).
¿Por qué Jesús deseaba ansiosamente celebrar la pascua con sus discípulos? Porque quería cumplir su administración de redención para salvar a los pecadores que estaban atados a la muerte, haciendo sus cuerpos inmortales por medio de la pascua del nuevo pacto. La gente dice que el maná que descendió del cielo o la resurrección de Lázaro son milagros. Pero, en realidad, no hay milagro más grande que convertir a los seres humanos, que estaban destinados a morir eternamente, en seres inmortales a través de la pascua. Veamos la maravillosa obra de Dios de transformar nuestros cuerpos mortales en cuerpos inmortales, y las palabras de la promesa de Dios concernientes a esto.
Todo el que es nacido en este mundo no puede escapar de la muerte. Aunque se dice que el hombre es el señor de toda la creación, él debe ceder ante el poder de la muerte al final. En consecuencia, no podemos sino decir que el hombre es un esclavo de la muerte, en lugar del señor de toda la creación.
『Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,』 He. 9:27
『¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?』 Ro. 7:24-25
Las palabras anteriores del libro de Romanos muestran no solo la angustia y el lamento del apóstol Pablo sino el de todas las personas. El hombre tiene que vivir una vida aburrida y dura, estando encadenado a la muerte. A fin de vivir una vida más larga y saludable, las personas buscan ayuda médica de doctores famosos o buena medicina aunque cueste mucho, pero nadie puede escapar de la muerte, y después de la muerte tienen que enfrentar el juicio. La Biblia nos habla de este hecho.
『Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un pensamiento. Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos.』 Sal. 90:9-10
Así como dice la Biblia que “volamos”, nuestra vida pasa rápidamente. Incluso para este breve período de vida, las personas llevan una vida pecadora que no complace a Dios, y todos sus días pasan bajo la ira del Señor; sus vidas están llenas de problemas y penas y pasan rápidamente. Vivir sin conocer a Dios es como apresurarse hacia la muerte; una vida así es como un auto sin frenos. Por eso, Salomón testificó que todo es vanidad si miramos profundamente la vida.
『Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?』 Ec. 1:1-11
La gente hace toda clase de esfuerzos por las cosas vanas, pero finalmente su vida termina en la muerte. Ya que Salomón comprendió este vacío de la vida, aunque lo tenía todo –riqueza, esplendor, poder y sabiduría que todos envidiaban–, llegó a la conclusión de que todo por lo que se afana el hombre debajo del sol es inútil, diciendo: “¡Vanidad de vanidades! ¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad”.
Dios miró desde el cielo a los seres humanos que tienen una vida vacía e insignificante, y tuvo piedad de ellos. Teniendo piedad de nosotros que no podíamos escapar de la muerte y de la tortura del infierno en el futuro, Dios vino a esta tierra para darnos la vida eterna.
『Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.』 He. 2:14-15
『El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.』 Jn. 10:10
Dios mismo vino a esta tierra para darnos la vida eterna a los seres humanos que estabamos destinados a morir—esta es la noticia más bendita y alegre para nosotros. Ahora, veamos cómo Dios nos da la vida eterna.
『Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.』 Jn. 6:53-57
Para salvarnos haciéndonos comer su carne y beber su sangre, Dios tiene que sacrificarse. Para muchos pecadores que están muriendo, Dios estableció el principio de la verdad, esto es, darles la vida eterna sacrificándose. Si un grano de trigo muere, llega a brotar y florecer, y produce muchas semillas: cien o mil veces más de lo que se sembró.
La carne y la sangre de Cristo que dan la vida eterna se da a la humanidad a través de la pascua.
『Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua. […] Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.』 Mt. 26:17-19, 26-28
『… Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!… Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.』 Lc. 22:7-15, 19-20
Jesús dijo que tenemos vida eterna si comemos la carne del Hijo del Hombre y bebemos su sangre. Al decir esto, Jesús quiso decir que él nos daría la vida eterna si comemos el pan y bebemos el vino de la pascua. Dios nos ha dado la pascua para redimirnos de la muerte a los seres mortales, y concedernos la vida eterna para llevarnos al cielo. Esto es descrito como el “nuevo pacto” que Jesús estableció mientras estaba en la tierra.
La pascua del nuevo pacto no es solo una fiesta, sino la promesa de Dios de guiar a la humanidad al camino de la vida eterna. La Biblia llama a esta bendita noticia el “evangelio”. Por eso, el apóstol Pablo se llamó a sí mismo colaborador del evangelio o ministro del nuevo pacto. Además, dejó claro que el evangelio es el nuevo pacto. Dios vino a esta tierra y estableció la pascua del nuevo pacto a través de su preciosa sangre para darnos la vida eterna. Averigüemos la razón por la que Dios quiso darnos la vida eterna.
『Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. […] He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, […]』 Ap. 21:1-4
El reino de Dios es un mundo eterno donde no hay muerte. Para vivir donde no hay muerte, la primera condición es tener vida eterna. Por eso, a fin de llevarnos a ese lugar, Dios nos ha prometido la vida eterna por medio del pan y el vino de la pascua del nuevo pacto, y ha abierto un camino nuevo y vivo por el cual los que tienen vida eterna pueden regresar al cielo. Cuando venga el eterno reino de los cielos, los que hayan recibido la promesa de la vida eterna en la verdad del nuevo pacto, serán transformados en seres espirituales sobre los cuales la muerte nunca podrá reinar de nuevo, e irán a ese lugar eterno.
『Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.』 1 Co. 15:50-58
Esta es la promesa de Dios. Dios ha prometido que él transformará nuestros cuerpos mortales en inmortales en un momento a la final trompeta. La promesa de la vida eterna es un regalo de Dios, que se concede solo a los que participan del pan y el vino que representan el cuerpo y la sangre de Cristo celebrando la pascua del nuevo pacto. Para ellos, está la esperanza viva de que a la final trompeta la muerte será absorbida y los que aún estén vivos serán transformados y se encontrarán con Cristo en el aire.
『Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.』 1 Ts. 4:13-18
Esta es la escena en que el cuerpo mortal es transformado en un cuerpo inmortal, como lo expresado en 1 Corintios. Este cuerpo perecedero se viste del imperecedero, y este cuerpo mortal se viste del inmortal; esto sucede con los que guardan la pascua del nuevo pacto, que viven en la promesa de Dios. Por el contrario, los que no viven en el nuevo pacto no pueden recibir la promesa de la vida eterna. Sin la promesa de la vida eterna, ¿cómo podrán ser transformados en seres inmortales?
A fin de transformar nuestros cuerpos mortales en inmortales, Dios nos ha dado la pascua del nuevo pacto, la verdad de vida. Por tanto, los apóstoles celebraban esta preciosa pascua año tras año, e incluso después de la época apostólica continuó celebrándose. Pero en el Concilio de Nicea realizado en 325 d. C., la pascua fue completamente abolida por Satanás.
Después, la pascua, la verdad de vida, desapareció de la tierra durante mucho tiempo. Después del largo período de 1.600 años, Cristo vino a esta tierra por segunda vez para restaurar la pascua para su pueblo escogido en los últimos días. Con esto ha de completarse la obra de salvación de Dios. Podemos confirmarlo a través de las profecías de la Biblia (He. 9:28, Is. 25:6-9).
Dios hace que broten arroyos en el desierto y que salgan brotes de vida de ramas secas. Esta promesa de Dios se cumple a través de la pascua del nuevo pacto, Los que reciben esta promesa de vida se convierten en seres inmortales, y sus cuerpos mortales se transformarán en inmortales, cuerpos imperecederos. Esta es la enseñanza de toda la Biblia.
『Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.』 He. 9:15-22
El nuevo pacto tiene el poder de permitir que quienes son llamados por Dios reciban la promesa de la herencia eterna del cielo. Algunos podrían preguntar sin convicción: “Esto es simplemente un pedazo de pan y una copa de vino. ¿Cómo podemos tener vida eterna tan solo comiendo el pan y bebiendo el vino?” Pero la pascua contiene la promesa que Dios nos ha hecho.
El cristianismo es una religión basada en la promesa de Dios. Nosotros somos bendecidos creyendo las promesas que Dios nos ha hecho y poniéndolas en práctica. No importa con cuánta diligencia creamos en Dios, si no celebramos la pascua, esto no es nada sino nuestra propia fe sin la promesa de Dios.
“Les daré bendiciones si guardan el día de reposo del séptimo día.” Esta es una promesa entre Dios y su pueblo. “Les daré vida eterna si comen el pan y beben el vino de la pascua.” Esta también es una promesa que Dios nos ha dado. Podemos comer pan y beber vino en tiempos ordinarios, pero Dios no da ninguna promesa a ese pan o a ese vino. Dios escogió especialmente la pascua para cumplir la promesa que nos hizo. La Biblia dice que si creemos en la promesa de Dios y la ponemos en práctica, Dios transformará nuestros cuerpos mortales en inmortales a fin de poder experimentar el momento glorioso cuando encontremos a Cristo en el aire.
Confiando en la promesa de Dios, participamos en la santa y preciosa pascua. Entonces, debemos vivir según el ejemplo de Cristo, siguiendo el camino que él recorrió. Nuestros pensamientos tienen que parecerse a los pensamientos de Cristo, y nuestro comportamiento también debe cambiar, para poder ser dignos de ser llamados cristianos. Ya que Cristo vino a esta tierra para salvar al mundo, nuestra meta en la vida debe ser igual a la de Cristo. Prediquemos el evangelio del nuevo pacto a todas las naciones, especialmente a los países donde las buenas nuevas aún no se han predicado, para que todos ellos puedan participar en la obra de la salvación de Dios.
Para predicar el evangelio del nuevo pacto al mundo entero, muchos hermanos y hermanas están volando a todas las naciones, como nubes, como palomas a sus nidos. ¡Hermanos y hermanas de Sion! Esforcémonos más por predicar este evangelio y confiemos firmemente en la promesa de Dios, a fin de ser lo suficientemente dignos de entrar en la vida eterna.