No es una pérdida sino una lección

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Un empleado de una pequeña empresa que es responsable de suministrar productos a una empresa grande, cometió un error y se encontraron defectos en el producto. La empresa sufrió enormes pérdidas, y el empleado que lo causó no podía conciliar el sueño por la angustia, y finalmente decidió abandonar la compañía.

Al día siguiente, el empleado fue a ver a su jefe y se arrodilló, pidiendo perdón. Luego presentó su renuncia y dijo que renunciaría asumiendo toda la responsabilidad. Entonces el jefe lo levantó y dijo: “¿Renuncias porque quieres? ¡No hagas eso! Pagué mucho por la instrucción, ¿pero a dónde vas ahora? Debes de haber recibido una lección según lo que pagué, así que deseo que trabajes con más diligencia a partir de ahora”.

El empleado se conmovió por su generosidad y trabajó con mayor diligencia, compensando la pérdida con mejores ventas.

Mientras viva, puede sufrir pérdidas por causa suya o por los demás. No llore sobre la leche derramada. En lugar de lamentarse y preocuparse, piense de esta manera: “Pagué la instrucción para la lección de mi vida, ¡así que puedo hacerlo mejor a partir de ahora!”.