La alegría encontrada en el amor de Dios
Ydermo Lugo Gutierrez, desde Caracas, Venezuela

Hace algunos años, cuando el equipo misionero del Perú vino a Caracas con el lema: “Busquemos a los hermanos perdidos para que nuestra Madre celestial sonría”, encontramos un alma muy preciosa mientras predicábamos en unidad con el equipo misionero; él se llama Luis. Es del Perú, pero vive en Venezuela desde hace mucho tiempo.
Lo volvimos a encontrar con otros hermanos posteriormente. Luis nos atendió amablemente y nos hizo pasar a su humilde hogar. Todos oramos a nuestro Dios Elohim para que abriera su corazón. Él estaba muy triste y se encontraba preparando todo para irse a su país, ya que la situación económica en Venezuela no es muy buena. Entonces lo invitamos a Sion, esperando que fuera consolado en Dios, y aceptó voluntariamente nuestra invitación y nos siguió a Sion.
Ese día, Luis escuchó las palabras de la verdad en Sion, comprendió el valor de la salvación que Dios concede, y se conmovió grandemente. Parecía muy feliz cuando dijo que quería esforzarse mucho para seguir a Dios en Sion. Agradecí a Dios por abrir la puerta de su corazón.
La fe del hermano en Dios crece día a día. No solo está estudiando diligentemente las palabras de la verdad, sino que también está compartiendo las buenas nuevas de la salvación con un corazón ferviente con todos los que conoce. A pesar de su edad, dice que se siente joven y está practicando diligentemente las palabras de Dios. El hermano me ha dado un buen ejemplo en muchos aspectos, incluso me avergüenzo de mí mismo que he recibido la verdad antes que él.
Un día, fuimos a la predicación de corto plazo a otra ciudad con nuestros hermanos y hermanas. El hermano fue el primero en llegar al lugar de la reunión. Fue sorprendentemente diligente; incluso me llamó para que me apresurara mientras esperaba a los hermanos y hermanas.
Ese día, el hermano llevó cinco frutos. Estaba muy contento y agradecido con el Padre y la Madre celestiales. Yo también me sentí muy contento por nuestro hermano. Oro ansiosamente para que más hermanos y hermanas con corazón humilde, fe apasionada y amor puro por Dios Elohim, como el hermano, vuelvan a los brazos de Dios Elohim.
Trabajaré duro como el hermano y me esforzaré al máximo para predicar acerca de nuestro Padre y nuestra Madre celestiales. Deseo que el evangelio se predique rápidamente a toda Venezuela. ¡Ánimo!