Solo después de convertirme en madre

Gi Geum-ju, desde Chuncheon, Corea

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Nací en una aldea montañosa en la provincia de Gangwon. Había muchas cosas buenas sobre vivir en el campo, pero yo deseaba tener muchas oportunidades para comer la deliciosa comida que solo se vendía en la ciudad.

Mis días favoritos eran los feriados nacionales y mi cumpleaños, cuando mi tío que vivía en una ciudad, nos visitaba con sets de bocadillos como regalo. Conociendo lo emocionada que me sentía por la comida especial, mi mamá preparaba deliciosa comida en mi cumpleaños cada año.

Me mudé a la ciudad cuando entré en la escuela secundaria y viví con mi hermana, quien es dos años mayor que yo, hasta que me casé. Mi mamá se sentía mal por no haber cuidado de mí, su hija menor, y haberme dejado vivir lejos de casa a una temprana edad. Probablemente por eso continuaba cocinando para mí en mi cumpleaños, incluso después de casarme. Aunque era mayor, aún me gustaba que mi mamá preparara la comida en mi cumpleaños.

Con el tiempo, me convertí en madre de dos niñas, y experimenté algo extraño. Mi cuerpo se sentía pesado cada vez que el cumpleaños de mis hijas llegaba.

—¿Mi mamá también estaba así de enferma en mi cumpleaños? —me pregunté.

Era algo en lo que nunca había pensado antes de convertirme en madre. Luego, me encontré con mi mamá cuando mi cumpleaños llegó. Ella continuaba lagrimeando como si tuviera una infección ocular.

—Mamá, ¿qué sucede con sus ojos?

Entonces contestó con una sonrisa.

—Cada año, cerca de tu cumpleaños mis ojos están así. No mucho después de que nacieras, una vez miré fuera por un hueco en la puerta para ver si había alguien allí. El frío viento sopló en mis ojos en ese momento. Desde entonces, los ojos me duelen y lagrimean en tu cumpleaños cada año. ¿No es muy extraño?

No lo sabía.

Mientras que yo solo esperaba mi cumpleaños, deseando deliciosa comida, mi mamá tenía dificultades. Debe de haber sido muy difícil cocinar con los ojos doloridos.

Incluso en la vida de la fe, era una hija inmadura. Solo disfrutaba recibiendo amor de la Madre celestial, sin conocer el dolor que la Madre ha soportado para darle vida a mi alma.

Ahora comprendo un poco más el sacrificio de la Madre, y le doy gracias por darme su infinito amor, escondiendo su dolor en una cálida sonrisa.