La voz de la Madre

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A los bebés les encanta la voz de su madre. Cuando lloran, se calman al escuchar la voz de su madre; mueven los brazos y las piernas al canto de su madre o se arrullan con el sonido del canto. Hay razones para estas reacciones.

Las funciones y los sentidos del cuerpo humano se desarrollan cuando el feto está en el vientre de su madre. En este momento, el sentido del oído se desarrolla primero y reacciona sensitivamente a la voz de su madre. Esto se debe a que la voz de su madre se imprime en ellos cuando la oyen y se mueven con su vibración.

No es solo el caso de los humanos. Las aves bebés que acaban de romper el cascarón, también pueden reconocer a sus madres con el sonido impreso en ellas.

En esta época, las buenas nuevas de la salvación resuenan en todo el mundo a través de la voz de la Madre celestial que está impresa en lo profundo de los espíritus de los hijos celestiales. Los hijos de todas las naciones oyen la voz de la Madre Jerusalén y se reúnen en sus brazos uno tras otro, así como los pollitos dicen “pío, pío, pío, pío”, y se tambalean siguiendo a su madre cuando la gallina los llama “cocó, cocó, cocó, cocó”.

Los hijos de todas las naciones oyen la voz impresa en sus espíritus y se reúnen en los brazos de la Madre Jerusalén uno tras otro.