Once hombres se postran en tierra delante del gobernador de todo Egipto. Ellos están siendo interrogados por la copa de plata de José que se encontró en uno de sus costales.
—¿Qué acción es esta que habéis hecho?
José los reprende con severidad. En realidad, todo esto es lo que José ha planeado.
Hace mucho tiempo, José fue vendido a Egipto por sus hermanos, pero ahora se ha convertido en el gobernador de Egipto, que dirige todo el país. A medida que el hambre se hacía más severa, José abrió los graneros y vendió grano. Entonces, vio a sus hermanos que vinieron de Canaán a Egipto para comprar grano. Sin embargo, sus hermanos no reconocieron a José.
José, que reconoció a sus hermanos de un vistazo, fingió sospechar que eran espías, e hizo que trajeran a Benjamín, su hermano menor. Sus hermanos volvieron a su padre Jacob y lo tranquilizaron, pues estaba muy ansioso por el miedo de perder también a su hijo menor después de José, y luego regresaron a Egipto con su hermano menor. Tratando muy amablemente a sus hermanos, José ocultó su copa de plata en el costal de Benjamín antes de salir, para que la encontraran y fueran llevados a un rincón. Era una clase de prueba.
—¿Qué diremos? ¿Con qué nos justificaremos? Nosotros somos tus siervos.
—Nunca yo tal haga. El varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id a vuestro padre.
Entonces Judá se acercó a José, quien no se preocupaba a pesar de su súplica, y le dijo con detalle cómo podían traer a su hermano menor y qué angustiado estaba su padre.
—Cuando vuelva yo a mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él, sucederá que cuando no vea al joven, morirá. Te ruego que yo quede ahora en lugar del joven por siervo, y que el joven vaya.
Al ver a Judá pensando en su padre con todo su corazón y tratando de proteger a su hermano menor, José se sintió muy conmovido por su amor fraternal, por lo cual lloró a gritos. Finalmente, se reveló su identidad y tuvo una reunión con sus hermanos con lágrimas.
Para un padre, su hijo es su vida, y la pérdida de este es el dolor más grande. Como Judá una vez había causado a su padre un gran dolor junto con sus hermanos, por haber vendido a José, hizo todo lo posible por guardar a su hermano menor Benjamín, con temor de que su padre sufriera de nuevo después de perderlo. Aunque tarde, Judá comprendió el corazón de su padre y mostró su piedad filial. Ante esto, José se quitó todo el odio que tenía hacia sus hermanos y los perdonó sinceramente.
La razón por la que Judá pudo arrepentirse verdaderamente del error que cometió debido a sus celos, fue que finalmente comprendió que la vida de su padre estaba ligada a su hijo. Su voluntad de no permitir que su padre cayera en el dolor de perder a su hijo por más tiempo, llevó a toda su familia a reunirse dramáticamente.
Nosotros también pensemos en el corazón de nuestro Padre y nuestra Madre celestiales, que solo desean que seamos salvos. Entonces, el arrepentimiento y la unidad con los hermanos y hermanas, que no pudimos lograr en el cielo, se completarán pronto.