Proyecto de cambio Cambios agradables en mí

PROYECTO DE CAMBIO

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En las películas o novelas de ciencia ficción, a menudo vemos un personaje que controla de forma arbitraria la voluntad de alguien más. ¿Y si esto sucede en la realidad y nuestra voluntad es controlada por un poder desconocido?

Hoy, como cualquier otro día, el Sr. Joyce llegó con cinco minutos de retraso al trabajo. Cabecea toda la mañana, y cobra ánimo a la hora del almuerzo. Después de almorzar, se detiene en una cafetería y bebe una taza de café que es tan costosa como una comida. En cuanto llega a casa después del trabajo, se lanza en el sofá y enciende el televisor. Ve la televisión hasta la medianoche, comiendo bocadillos.

Entre sus tareas diarias mencionadas anteriormente, ¿cuántas cosas fueron hechas por la propia voluntad del Sr. Joyce? La respuesta es ninguna. Es porque la fuerza de voluntad de Joyce es controlada por otra cosa.

Capítulo 1. Cómo se forman los hábitos

Lo que controla la fuerza de voluntad de Joyce no es otra cosa que sus hábitos. La gente pasa la mayor parte de su tiempo cada día practicando sus hábitos. Los hábitos no son comportamientos razonables formados por pensamientos independientes, sino los comportamientos instintivos realizados casi de manera inconsciente. Joyce siempre llega tarde al trabajo, cabecea, compra una taza de café, come bocadillos y ve la televisión. Todas estas cosas son las órdenes dadas a su cerebro por sus hábitos, no por su voluntad.

Los hábitos son creados por el instinto del cerebro para ahorrar energía. El cerebro utiliza mucha energía, trabajando sin cesar, especialmente cuando se experimenta algo por primera vez. En este proceso, el cerebro se estresa en gran medida debido a que la cantidad de trabajo que se puede procesar a la vez es limitada. Por tal razón, cuando se hace algo en repetidas ocasiones, el cerebro lo almacena como un patrón para ahorrar energía. Esto es un hábito.

Un hábito se forma y se arraiga a través de tres etapas: señal, recompensa y rutina. Por ejemplo, un hombre que ha terminado de almorzar, busca una cafetería para aliviar la sequedad de la boca (señal). Toma un poco de café y alivia su boca reseca (recompensa). Debido a la recompensa satisfactoria, repite esto un par de veces más (rutina), y su cerebro lo acepta como un patrón y lo cimienta como un hábito.

Como este conjunto de acciones se repite, sus pensamientos independientes producen un comportamiento inconsciente en el cerebro, y el hábito se refuerza aún más. Así que aunque la boca no esté reseca después del almuerzo, tiene que ir por un café.

Todos tenemos hábitos no reconocidos. A lo que tenemos que prestar atención es cómo estos hábitos afectan nuestra vida. Si solo tenemos buenos hábitos, no habrá problema, pero si la calidad de vida disminuye debido a los malos hábitos, tenemos que corregirlos. Sin embargo, es imposible hacer un cambio radical de los hábitos instaurados en el cerebro. Ya que el cuerpo trata de mantener el estado actual a fin de establecer rutinas familiares, nunca acogerá con beneplácito un cambio. Por tal razón, muchas personas tienden a darse por vencidas, racionalizando su comportamiento: ¡°No puedo evitarlo porque he vivido así!, pese a que saben de qué carecen. Pero si entienden cómo funcionan los hábitos, pueden tener un nuevo hábito fácilmente.

Capítulo 2. Cómo corregir los hábitos

No es fácil cambiar un hábito, pero tampoco es demasiado difícil. Si conoce las tres etapas: la señal, la recompensa y la rutina de un mal hábito, y las cambia, puede corregir ese hábito.

En primer lugar, cambie el entorno de la señal. Si cambia el entorno que conduce al mal hábito, puede evitar la señal no deseada hasta cierto punto. En segundo lugar, averigüe la recompensa por la que ansía el hábito no deseado, y adopte una conducta de reemplazo para obtener la misma recompensa. Entonces, no querrá ninguna recompensa para el mal hábito. En tercer lugar, dese recompensas más satisfactorias por la conducta beneficiosa. Cuanto más satisfactoria sea la recompensa, más se repetirá el comportamiento.

El Sr. Joyce decide corregir su mal hábito. En primer lugar, trata de abstenerse de comprar café caro con el fin de reducir el consumo excesivo. Para esto, camina por calles donde no hay cafeterías para no tener ninguna señal. Y piensa sobre cuál es la recompensa de este café de alta calidad. “¿Es simplemente para aliviar la boca reseca? ¿Es porque el café me agrada?” La recompensa identificada al final del estudio es sorprendente. Inesperadamente, no es el café en sí, sino la relajación que recibe mientras toma una taza de café. Más aún, el café no es de su agrado. Así que decide sustituir el café con té, que es más barato y bueno para la salud para disfrutar de la misma recompensa.

¿Cuál es la recompensa de las galletas que come mientras ve la televisión? Solo necesita algo para mordisquear. El Sr. Joyce se deshace de las galletas que no son buenas para la salud y en su lugar prepara fruta como una nueva señal. Y cada vez que quiere algo en la boca, come un poco de fruta para obtener la misma recompensa.

Y a fin de tener una señal para ejercitarse mientras ve la televisión, pone pesas al lado del sofá. Cada vez que ve las pesas, se ejercita con ellas. Naturalmente, aumentan las horas de ejercicio y obtiene una buena salud como una recompensa valiosa.

¿Y qué hay de su costumbre de llegar tarde al trabajo y cabecear? Sorprendentemente, casi todo ha cambiado mucho y sin esfuerzos especiales. Sus tardanzas han disminuido notablemente, y la concentración en su trabajo por la mañana ha mejorado mucho. Cambiar uno de sus hábitos ha tenido un efecto positivo en sus demás hábitos. A esto se le conoce como reacción en cadena de un hábito1.

1. Reacción en cadena de un hábito: En 2006, los científicos australianos Megan Oaten y Ken Cheng asignaron voluntarios a un programa de dos meses de ejercicio físico. Al cabo de dos meses, los participantes reportaron una disminución significativa en el consumo de alcohol y cafeína y aumentaron la alimentación saludable y la actitud positiva hacia su trabajo. Su patrón de consumo imprudente también cambió y su situación económica mejoró. No hay ninguna razón exacta, pero debe de haber ocurrido una reacción en cadena incluso en otros comportamientos.

Si encuentra las señales y recompensas de sus hábitos y cambia el círculo vicioso, su vida cambiará sorprendentemente dentro de un corto período.

Entonces, ¿cuánto tiempo se necesitará hasta transformar por completo un hábito?

Capítulo 3. ¿Cuánto tiempo se necesita para formar un hábito?

En 2009, se llevó a cabo un experimento en la Universidad Colegio de Londres (UCL) que consistía en averiguar cuánto tiempo se necesita para romper un hábito existente y formar otro. La regla del experimento era simple: escriba los hábitos que quiere cambiar en una nota y verifique todas las noches si se ha esforzado por cambiarlos. Lo que los participantes debían asegurarse de hacer era verificarlos todos los días durante el experimento, sin omitir ni un solo día. No se aceptaban excusas como “estoy cansado hoy” o “es difícil hacerlo hoy debido a una situación inevitable”.

El experimento concluyó que se necesita un promedio de sesenta y seis días para formar un nuevo hábito. Los sujetos de prueba registraron sus notas cada noche, asumiendo todos los inconvenientes de suprimir sus patrones de vida equivocados y repitiendo nuevos comportamientos desconocidos. A través de este corto período, cambiaron los patrones cerebrales que habían tenido durante años o décadas, y los condujeron con éxito a direcciones totalmente diferentes.

Este experimento también se llevó a cabo en un programa de radiodifusión en Corea.

Una estudiante universitaria que vivió en una habitación desordenada durante veinte años, comenzó a limpiarla todos los días durante sesenta y seis días. Como resultado, a partir de un determinado momento, se encontró limpiando su habitación sin tener la intención de hacerlo.

Un estudiante de secundaria con bajas calificaciones en la escuela, trató de entrenarse personalmente para estudiar. Al principio, era muy difícil sentarse ante un escritorio y pasar incluso una página del libro de texto. Sin embargo, sesenta y seis días después, el estudiante estaba, sorprendentemente, sentado ante el escritorio, no frente a la computadora, y recibió una calificación promedio más alta en el siguiente examen.

Los sujetos de prueba, que se acostumbraron a sus nuevos hábitos, expresaron: “Ahora me siento más cómodo para hacer esto. De otra manera, me siento incómodo y torpe”.

Sus cerebros han creado radicalmente nuevos hábitos. Al igual que estos participantes, cualquiera que se esfuerce durante sesenta y seis días con una gran fuerza de voluntad, puede formar un buen hábito respaldado por la ciencia.

Capítulo 4. Los hábitos, un espejo del alma

Cuando llega el año nuevo, muchas personas se fijan metas y deciden llevarlas a cabo, pero muchas de ellas no pueden mantener su resolución más de unos cuantos días. Es porque carecen de conocimiento sobre los hábitos a los que están acostumbrados. El proceso de fracaso en el cumplimiento de los objetivos espirituales es similar. Espiritualmente los hábitos erróneos impiden que sus almas se beneficien. Lo que tenemos que hacer ahora es analizar los hábitos espirituales y corregir los malos hábitos que hacen que nos apartemos de Dios. “¿Tengo la costumbre de quejarme? ¿Odio a alguien sin darme cuenta? ¿O envidio o tengo celos de alguien?” Si es así, puede cambiar las señales del entorno mediante el estudio de la palabra de Dios, al menos durante diez minutos al día, saludando a los hermanos y hermanas con una sonrisa, escuchando los cánticos nuevos, orando a Dios antes de ir a dormir, etc. Entonces, seguirán recompensas mucho más satisfactorias.

La Biblia enseña: “Ejercítate para la piedad” (1 Ti. 4:6-9). Si no tuvo éxito hasta hoy, mañana será otro día sin éxito; nada se hace por arte de magia. Pero si entiende sus hábitos y trata de cambiarlos, debe practicar a partir de hoy, no desde el primer día del año nuevo. A fin de cambiar los malos hábitos que tiene y formar otros que se adapten a las enseñanzas de Dios, requiere una gran fuerza de voluntad. Si primero determina poner en práctica las cosas pequeñas, se debilitarán los malos hábitos que han estado controlándolo. Por supuesto, habrá dificultades en el proceso, pero mientras no se dé por vencido, se formarán nuevos patrones espirituales en poco tiempo.

Algunos de ustedes ni siquiera pueden concebir la idea de intentarlo, ya que las enseñanzas de Dios y ustedes mismos son bastante diferentes. Aun así, está bien. No sea muy impaciente, sino intente por lo menos algo. Si da un paso con valor y cambia un comportamiento, se activará una reacción en cadena y causará un cambio en los otros hábitos. Dicha reacción en cadena de un hábito está esperándolo.

Ya no seamos controlados por los hábitos, sino controlémoslos. Entonces el reino de los cielos estará mucho más cerca.

Fuentes
Charles Duhigg, The Power of Habit: Why We Do What We Do in Life and Business, Random House Trade Paperback, 2012
KBS [Korean Broadcasting System], Report on Change of Habits (en coreano, 꼴찌탈출, 습관 변신 보고서), 2009