El milagro del evangelio mediante la gratitud

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“¡Muchas gracias!”

Esto puede ser solo una cortesía que la gente suele decir después de haber comprado algo en su tienda. Aun así, cada vez que escuchamos eso, nos hace sentir bien y tenemos ganas de volver a ir a esa tienda si tenemos que comprar algo. Es lo mismo cuando se lo decimos a los demás; cuando mostramos nuestro agradecimiento a la persona que nos hizo un favor o nos ayudó, nos hace sentir bien.

Se dice que las simples prácticas de gratitud en nuestra vida diaria sirven como fuente para desarrollar un potencial infinito dentro de nosotros. Si el poder de la gratitud se acumula, puede que algún día se produzca un gran milagro en nuestra vida.

El poder de la gratitud

Cuando va al extranjero, lo primero que tiene que aprender es a agradecer. La mayoría de las madres que arrullan a sus hijos les enseñan a decir “gracias”, después de mamá y papá, porque expresar gratitud es una etiqueta básica para todos.

A lo que debemos prestar atención es que esta etiqueta básica tiene el poder que no podemos pasar por alto; aquellos que siempre dan gracias en cada situación se sienten mejor con su vida y más felices que aquellos que no lo hacen.

Para examinar la influencia de la actitud de la gratitud en las personas, dos psicólogos realizaron un experimento interesante. Dividieron a los participantes en tres grupos separados y dejaron que cada grupo se concentrara en diferentes situaciones durante una semana de la siguiente manera: el primer grupo se enfocó en palabras y acciones de gratitud, el segundo grupo en palabras y acciones ofensivas, y el tercer grupo en palabras y acciones ordinarias. Como resultado, encontraron que las personas que se enfocaban en palabras y actos de gratitud eran significativamente más felices que aquellas en otras condiciones, y el resultado fue el mismo cuando ampliaron el periodo del experimento a un año. Las personas que tenían una actitud de gratitud rara vez se enojaban o se ponían nerviosas, incluso en condiciones estresantes, ayudaban a los demás de manera más activa y superaban la frustración rápidamente.

El poder de la gratitud no se limita solo a la psicología. Se ha comprobado que las personas que son agradecidas en todas las circunstancias tienen un sistema inmunitario más fuerte y viven en promedio diez años más que quienes no lo son.

Ser agradecido no significa que la situación de su vida real mejore. Sin embargo, las personas agradecidas buscan aspectos positivos de las cosas que encuentran en su vida diaria, y esto es lo más importante. En lugar de esperar que cambien las circunstancias inmutables, se enfrentan a situaciones de estrés extremo haciéndose adaptables y flexibles. Muchos ejemplos muestran que las personas agradecidas, que siempre tratan de encontrar cosas por las que estar agradecidos en cualquier circunstancia, tienden a lograr resultados mucho mejores que aquellos que no lo hacen, y es más probable que cumplan sus deseos.

No es difícil encontrar personajes que experimentaron el poder de la gratitud en la Biblia. Uno de ellos es David, el segundo rey de Israel. Él expresó incesantemente su gratitud a Dios. El libro de los Salmos está lleno de cánticos de alabanza y acción de gracias a Dios. David pronunció palabras de agradecimiento hasta decenas de veces en un solo salmo. Dio gracias por lo que Dios hizo no solo por él sino también por sus antepasados desde tiempos antiguos; por ejemplo, Dios dividió el mar Rojo en la época de Moisés y derribó a todos los reyes de Canaán. Además, describió los detalles de la obra de Dios y agradeció a Dios por todos y cada uno de ellos. Podemos imaginar por qué Dios amó y bendijo tanto a David, y lo llamó “varón conforme a mi corazón” (Hechos 13:22).

Hace dos mil años, cuando Jesús sanó a diez leprosos en una aldea, solo uno de ellos le agradeció y recibió la bendición de la salvación (Lucas 17:11-19). Si expresamos nuestra sincera gratitud a los demás, vuelve a nosotros como un bumerán y nos trae un regalo maravilloso. Este es el poder de la gratitud.

La murmuración y la queja provienen de olvidar la gratitud

La razón por la que las personas no pueden experimentar plenamente el verdadero poder de la gratitud es que se olvidan fácilmente de su gratitud. Hay un dicho: “La aritmética más difícil de dominar es la que nos permite contar nuestras bendiciones”. Esto satiriza la actitud de quienes menosprecian sus bendiciones.

Un hombre llevó a cabo un interesante experimento para observar la mentalidad de las personas con tendencia a olvidar fácilmente la gratitud. Todas las mañanas ponía un billete de diez dólares frente a cada puerta de un pueblo. Durante unos días, los aldeanos se sintieron agradecidos aunque sospechaban al respecto. Sin embargo, con el paso del tiempo, dieron por descontado el dinero. Un mes después, el experimentador pasó por el pueblo sin poner el dinero en la puerta de sus casas. Entonces los aldeanos se quejaron y se enojaron con él; consideraban que tenían derecho de tomar un billete de diez dólares todos los días.

Hay un caso similar en la Biblia. Es la historia de los israelitas, que murmuraron y se quejaron contra Dios en el desierto y fueron destruidos al final. Deseaban ansiosamente ser librados de Egipto, donde habían sido esclavos cuatrocientos años. Dios escuchó su clamor y los rescató de Egipto para llevarlos a la tierra de Canaán a través de Moisés. Entonces dieron gracias a Dios una y otra vez. Después de que entraron en el desierto, siguieron dando gracias porque Dios hizo llover maná para que comieran todos los días, ya que no tenían comida durante aproximadamente un mes después de haber salido de Egipto (Éxodo 16).

Sin embargo, su gratitud no duró mucho. Al principio, el maná era para ellos un alimento dulce, que sabía a hojuelas con miel. Sin embargo, al comer constantemente solo maná, llegaron a detestarlo, llamándolo “pan liviano” (Números 21:5). Se impacientaron en el camino y hablaron contra Dios y Moisés, a quien Dios había elegido como su líder; se quejaban cuando tenían sed porque no había agua para beber, y también se quejaban de que Dios los hubiera guiado por un camino largo. Estaban angustiados por sus actuales inconvenientes y perdieron totalmente la gratitud por la comida que Dios les envió desde el cielo cuando no tenían comida, por el agua que les sacó de la roca cuando no había agua, por sus vestidos que no se desgastaron y por sus pies que no se hincharon durante su viaje de cuarenta años en el desierto. Constantemente murmuraban y se quejaban, y finalmente no pudieron entrar en la tierra prometida de Canaán.

Antes de ser arrojados a esta tierra, pecamos en el cielo por nuestra falta de gratitud. No estábamos completamente agradecidos, a pesar de las innumerables bendiciones celestiales y la gloria que se nos dio, y una pequeña semilla de queja provocó un gran pecado, y finalmente perdimos toda nuestra gloria celestial.

Un espacio vacío debe ser llenado con algo. Donde no hay gratitud, la queja tomará su lugar y tendrá un resultado desafortunado.

El deseo de tener más, el no estar contento, es otro factor que nos hace olvidar fácilmente la gratitud. El deseo de estar más cómodo y de tener mejores cosas sin contentamiento impide que la gratitud crezca en nuestro corazón. Es como la tierra estéril donde no crece ni una hoja de hierba.

Entonces, ¿cuál es la manera de mantener la gratitud, que nos conforta el corazón, sin olvidarla fácilmente?

Un equipo de investigación estadounidense realizó un experimento mientras buscaba una manera de no olvidar la gratitud. Hicieron que los participantes trataran de encontrar cosas por las cuales estar agradecidos y contarlas todos los días. Los participantes anotaron tres bendiciones (cosas que salieron bien) durante el día y también escribieron en detalle la razón por la que recibieron tales bendiciones. Después de los seis meses de experimento, todos respondieron que se sentían mucho más felices que antes. Practicar la gratitud les permitió encontrar la felicidad incluso en las pequeñas cosas de la vida cotidiana que antes no habían notado.

Oprah Winfrey, una famosa presentadora de un programa de entrevistas estadounidense, dijo que había muchas cosas por las que estar agradecidos a nuestro alrededor y que deberíamos “escribir todo aquello por lo que estamos agradecidos cada día”. Desde su infancia desafortunada, se formó el hábito de encontrar cosas por las que estar agradecida.

Los expertos dicen a una sola voz que es bueno tener una actitud de gratitud en cualquier forma o por cualquier medio. Sin embargo, hay una cosa que debemos tener en cuenta al practicar la gratitud: es no compararnos con los demás.

La queja, lo opuesto a la gratitud, parte de la “comparación”. Si nos comparamos con aquellos que parecen estar en mejores circunstancias que nosotros, es difícil estar agradecidos; pero si estamos libres de la tentación de comparar nuestra vida con la de los demás, podemos encontrar fácilmente las cosas buenas que tenemos actualmente, cosas por las que estar agradecidos.

El milagro del evangelio se cumple mediante la gratitud

Hay un lugar donde la gratitud fluye más que en cualquier otro lugar: es Sion, donde habitan los hijos de Dios. Los hijos de Sion siempre dan gracias a Dios por haberles perdonado todos sus pecados y haberles concedido la bendición de la salvación; le dan gracias por mantenerlos siempre a salvo de todos los desastres que prevalecen en el mundo; le dan gracias por haberlos elegido a ellos, que son tardos en el habla y no tienen mucho conocimiento, y por haberles confiado la misión del evangelio y prometido grandes recompensas celestiales. Este poder de la gratitud crea mayores milagros en el evangelio. Aquí hay un buen ejemplo de esto: es la asombrosa obra del evangelio que ahora se está llevando a cabo en las iglesias del extranjero. A pesar de las situaciones difíciles, los miembros en el extranjero están predicando el evangelio con fervor, estando agradecidos por la bendición de la salvación que Dios les ha concedido. Por eso están cosechando gavillas de buenos frutos con alegría dondequiera que van.

Aunque hagamos el mismo trabajo, hay una gran diferencia si lo hacemos con gratitud o sin gratitud; hay un mundo de diferencia entre un culto lleno de gratitud y un culto sin gratitud; y realizar el servicio con gratitud o hacerlo sin gratitud también hace una diferencia en actitud y bendición.

Las bendiciones que deseamos y los milagros del evangelio que esperamos solo se logran en un lugar que rebosa gratitud todo el tiempo. Es porque Dios, que mira el corazón, derrama toda su gracia sobre sus hijos que acuden a Él con acción de gracias.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

La “gratitud” es la evidencia del entendimiento espiritual. Antes de decir que conocemos la voluntad de Dios, debemos examinarnos para ver si realmente estamos agradecidos con Dios. Si se siente algo agotado en lugar de alegrarse cuando predica el evangelio, necesita examinarse para ver si le falta gratitud en su corazón.

Si dedicamos solo uno minutos a mirar a nuestro alrededor, podemos encontrar fácilmente muchas cosas por las que estar agradecidos, aunque sean pequeñas: el aire fresco, el sol cálido, el viento fresco… ¡Qué agradecidos estamos de poder disfrutar al máximo de los beneficios que la naturaleza nos brinda! ¡Qué agradecidos estamos porque nuestro corazón todavía late y podemos caminar en la calle!

Demos gracias a Dios profundamente por todo, como lo hizo David, comprendiendo el valor de nuestras bendiciones y contémoslas cada día, para que no perdamos ninguna. Asimismo, tengamos en cuenta que cuando damos gloria a Dios con acción de gracias, la gloria vuelve a nosotros.

“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Ts 5:16-18