Un hermoso corazón
Choi Yun-heui, desde Daegu, Corea
Con la esperanza de dar una pequeña ayuda en el frío invierno al prójimo necesitado, planeamos realizar un servicio voluntario a fin de entregar el cálido amor de la Madre con los miembros de Sion. La actividad consistió en visitar a los ancianos que viven solos y limpiar y equipar con calefacción sus lugares. La oficina distrital nos presentó a algunos ancianos y nos dividimos en varios equipos. Partimos después de prometer que nos reuniríamos en el centro de ancianos de la aldea para limpiar cuando terminara la misión de cada equipo.

Mi equipo llegó a la casa de un anciano que estaba un poco indispuesto. Ya que la líder de nuestro equipo había vivido con su suegro, sirviéndolo, sabía bien cómo tratar a los ancianos y cómo tener una buena conversación con él. Incluso trajo kimchi y algunas guarniciones que había preparado en su casa, y llenó su refrigerador con todo esto. Se veía muy bien sirviendo al anciano con todo su corazón como si fuera su propia familia, a pesar de que acababa de conocerlo.
Sin embargo, el anciano no se veía muy feliz. Incluso cuando lo animábamos, gritando nuestro lema “we love you”, y estábamos por dejar el lugar después de terminar nuestra misión, su rostro continuaba con la misma expresión.
“¿Será porque es anciano? Las ancianas expresan mejor sus sentimientos…”
Incluso mientras nos dirigíamos al centro de ancianos, el último lugar de nuestro servicio voluntario, nos sentíamos tristes interiormente. Cuando llegamos allí, ya habían llegado los otros tres equipos y estaban limpiando el lugar. Estaban barriendo y limpiando el suelo en unidad. Prestamos mayor atención a limpiar cerca del techo, puesto que es un lugar más difícil de limpiar para los ancianos. Una anciana, que nos veía barriendo y limpiando telarañas con escobas, subidos a las sillas, dijo con una sonrisa radiante:
“Ahora que todo está limpio, he sacado una carga de mi mente. Nosotros también tenemos ojos y sabemos lo sucio que está. ¿Pero cómo podemos limpiar, si no somos lo suficientemente fuertes? Ni siquiera podemos pararnos en una silla. Realmente les agradezco por limpiar cada rincón y agujero de este lugar.”
Al escuchar las palabras de la anciana, pensé en el anciano. Cuando él era más joven y saludable, debe de haber tenido un hermoso aspecto estando lleno de energía. Sin embargo, mientras envejecía y se enfermaba, las cosas que no podía hacer deben de haber sido más que las que podía hacer. Aunque quería limpiar, no podía hacerlo por causa de su cuerpo enfermizo. Ante el hecho de verse obligado a recibir ayuda de los voluntarios, debe de haberse sentido más apenado que alegre.
Cuando llegué a meditar en ello, me avergoncé de mi mentalidad estrecha, porque solo pensé que él escatimaba las palabras de elogio. Al pensar que cuidaba de mí misma y no de los demás, y que esperaba aunque fuera un pequeño reconocimiento, olvidando el espíritu del servicio voluntario, me sentí avergonzada.
Ahora, puedo entender un poco qué es una mentalidad hermosa. Si nos ponemos en la posición de los demás y tratamos de entenderlos, no habrá odio en nosotros.
Realmente doy gracias a Dios Elohim por ampliar la vasija de mi corazón por medio del servicio voluntario y guiarme a obtener el amor perfecto sin odio, como la Lección de la Madre.