Hábitos emocionales

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Philip Brickman, psicólogo social de la Universidad de Northwestern de EE. UU., realizó un experimento, que consistía en observar cambios en las emociones de aquellos cuyo grado de felicidad aumentaba en gran medida cuando de pronto se volvían ricos a través de una fortuna inesperada, y de aquellos cuyo grado de felicidad disminuía radicalmente debido a una parálisis en su cuerpo debido a un accidente repentino.

Cuando se volvió a examinar el grado de felicidad después de un tiempo, el resultado fue contrario al primer estado. Con el paso del tiempo, el alto nivel de felicidad descendió al nivel que tenían antes de recibir la fortuna, y el bajo nivel de felicidad regresó al nivel anterior al accidente.

El cerebro humano tiene el hábito de regresar a su estado emocional anterior con el que está familiarizado, con el paso del tiempo, a pesar de experimentar cambios emocionales por cierta estimulación. Debido a esto, el cerebro que está acostumbrado a emociones negativas, pone más importancia en lo que causó las emociones negativas entre las cosas que ocurrieron en el día, y lo recuerda más tiempo. Por el contrario, el cerebro que está habituado a la felicidad, recibe las cosas agradables más que las desagradables, y cuando repasa lo que pasó en el día, primero recuerda las cosas felices.

La repetición es la única manera de obtener el hábito de tener buenas emociones como gozo y gratitud, deshaciéndose de las costumbres emocionales negativas. Es por eso que Dios nos pide:

“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Ts. 5:16-18