Limpiándome de la vieja levadura
Luz Benites Carpio, desde Lima, Perú
El domingo pasado, me ofrecí voluntariamente para pintar una escuela ubicada cerca de nuestra iglesia con los hermanos y hermanas de la iglesia del Callao, Perú. Esta vez, mi esposo y mi hijo también pudieron unirse. Mi familia no tenía mucho tiempo para reunirse con la excusa de estar ocupados, pero pasamos tiempo juntos en este servicio voluntario, lo cual lo hizo aún más significativo.
Pelamos la pintura vieja antes de pintarla. Teníamos que hacerlo, de lo contrario no se pintaría sin problemas, sin importar lo buena que fuera la calidad de la pintura nueva. Pensé que el principio espiritual es similar a esto. Si queremos que nuestras almas se limpien por el agua de la vida de la Madre, primero debemos deshacernos de nuestra vieja levadura.

El trabajo comenzó a las 9 a. m. y finalizó a las 5 p. m. Todos terminamos mojados, cubiertos de polvo y sudor, de la cabeza a los pies, pero doce aulas y las paredes exteriores de la escuela estaban hermosamente pintadas de blanco y azul cielo. Mi corazón se calentó cuando pensé que los estudiantes estarían felices cuando regresaran a la escuela después de las vacaciones.
Estaba agradecida de pasar un tiempo significativo con mi familia a través del trabajo voluntario y también de tener entendimiento espiritual.



