La familia celestial que está conmigo

Jeong Ji-seon, desde Bratislava, Eslovaquia

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Fue cuando llegaron las pruebas de la fe. Las pruebas, en las que no pensé mucho, me ataron cada vez más con el tiempo e incluso dominaron todo en mi vida de la fe. Mientras pasaba momentos difíciles, incapaz de superar las pruebas, sentí que estaba sola en este mundo. Oré con lágrimas a Dios para que me permitiera superar mis pruebas. Entonces, un día encontré un versículo como una respuesta a mi oración.

“Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.” 1 R 19:18

Elías, el profeta de Dios, escapó de Jezabel, una adoradora de ídolos que intentó prender a Elías y matarlo, y huyó al monte Horeb e informó a Dios que los hijos de Israel habían dejado su pacto, habían derribado sus altares, y habían matado a espada a sus profetas, y que solo él había quedado y lo buscaban para quitarle la vida. La palabra que Dios le dio a Elías en ese momento no me pareció sencilla.

Hasta entonces, había pensado que yo era la única que trataba desesperadamente de superar las preocupaciones de la fe que no podía soportar sola. Sin embargo, descubrí que había muchos hermanos y hermanas que peleaban la buena batalla de la fe y me acompañaban en mi camino al cielo. Ese hecho me consoló y fortaleció para poder superar las pruebas que parecían tan grandes e insuperables como una montaña, y pude crecer un poco más que antes.

La situación no mejora si lleva todas las preocupaciones solo. ¿Por qué no levanta la cabeza y mira alrededor? Entonces verá a los hermanos y hermanas que están con usted y sentirá la mano de Dios que está dispuesta a ayudar.