En abril de 2013, una niña y un niño de escuela primaria, que son hermanos, iban de camino a casa desde el salón de estudios en Seúl. Vieron algunos niños saltando arriba y abajo sobre la placa de una estación de bombeo de agua de lluvia cerca de un parque infantil. Entonces el niño también comenzó a saltar en el mismo lugar después de que todos los demás se fueron. Al verlo haciendo eso, su hermana mayor de doce años se acercó a él para sacarlo de allí. De repente, la placa se inclinó y los dos cayeron a la estación de bombeo que era de ocho metros de altura.
La profundidad del agua era de 130 centímetros. Afortunadamente, la niña que tenía 153 centímetros de altura, podía respirar con la cabeza sobre el agua; pero el niño, que medía 140 centímetros, quedó sumergido en el agua. Así que la niña levantó a su hermano y lo abrazó, estando de puntillas para que él pudiera respirar. Ya que era de noche, estaban en la oscuridad, y lo que era peor, el agua sucia staba fría. Siguieron gritando por ayuda, temblando de frío, y terminaron casi inconscientes. Más de cincuenta minutos después de haber caído, finalmente pudieron ser rescatados gracias al aviso de un estudiante de secundaria.
Más tarde, la niña dijo que no pensó en otra cosa más que en levantar y abrazar a su hermano que se hundía en el agua. Aunque el niño le dijo a su hermana mayor que lo dejara porque se veía cansada, la niña siguió sosteniéndolo firmemente hasta el final, porque tenía miedo de que su hermano muriera si lo dejaba.
Siendo presa del miedo a la muerte, ella soportó desesperadamente hasta el final para salvar a su hermano. El conmovedor amor de la niña por su hermano salvó la vida de ambos.