En nuestra Sion, tenemos un niño lindo y encantador que acaba de cumplir un año. Parece que fue ayer cuando se deslizaba en los brazos de su madre, pero pronto aprendió a controlar su cuello y espalda y sentarse solo, y ahora se levanta por sí mismo y trata de caminar. Se ve muy lindo cuando se esfuerza por mantener el equilibrio, pero pronto cae, así que no puedo apartar los ojos de él.
Él todavía no tiene suficiente fuerza en las piernas, por lo que a menudo cae sobre su parte trasera. Sin embargo, no deja de intentar caminar. Aunque hay una colchoneta en el suelo, parece que lo lastima, pero sonríe como si no hubiera pasado nada, se levanta con las manos en el suelo y trata de dar un paso más. Es encomiable cómo sigue retándose a sí mismo para caminar, sin tener miedo de caerse.
Dios debe de sentir lo mismo. Debe de alegrarse cuando ve a sus hijos tratando de vivir conforme a su voluntad, aunque no sean muy buenos en eso.
Practicar la piedad, participar en la naturaleza divina, ser agradecidos en cada situación, poner en práctica la Lección de la Madre… Practicaré una y otra vez, aunque me falta y soy tarda en todo. Quiero practicar constantemente dando alegría a Dios que mira el corazón, haciendo un gran esfuerzo y sin darme por vencida.