La razón por la que revivió mi singonio
Jeong Eun-jeong, desde Seúl, Corea

Hace algunos años, fui a un vivero de plantas. No creí que pudiera hacer un buen trabajo cuidando una planta, por eso le pedí a la florista que me recomendara una que creciera bien sin tener que cuidar mucho de ella. Entonces me recomendó el singonio. Decidí comprarlo porque las hojas verdes y frescas del singonio, que tenían en el centro un diseño blanco plateado, me hacían sentir renovada, y porque me sentí segura cuando me afirmó que crecería bien aunque fuera desidiosa en el cuidado del crecimiento de la planta.
Tal como dijo, el singonio creció muy bien. Lo coloqué en un lugar donde no había luz solar ni viento, y lo regaba de vez en cuando, no obstante las hojas nuevas seguían creciendo, y las hojas que ya habían salido se veían verdes y saludables. Como lo deseé, la planta creció bien aunque realmente no cuidé mucho de ella.
Pero poco después, las hojas verdes empezaron a volverse amarillentas y a caerse. Los brillantes diseños de color blanco plateado empezaron a ser visiblemente tenues. No sabía por qué, por eso la llevé a la ventana y empecé a regarla más seguido. Sin embargo, no mejoraba.
A diferencia de antes, solo algunas hojas quedaban y aún seguían cayéndose. Se veían feas y débiles. Pensé en cultivar una nueva planta, pero me sentí mal de no haber cuidado bien de ella a pesar de haberla tenido durante bastante tiempo. Por eso, aunque tardíamente, hice algunas investigaciones sobre las características del singonio.
“El singonio es una planta que vive en zonas tropicales. Las hojas se marchitan si se colocan en un lugar con excesiva luz solar, y se vuelven marrones si se dejan por mucho tiempo en la sombra. Por eso, es importante controlar la luz del sol. A la planta le gusta el agua, pero en exceso podría causar que la raíz se pudra, así que es mejor regarla cuando el suelo de la superficie se seque.”
¡No era de extrañar por qué no mejoraba! Fue porque solo la regaba sin siquiera conocer sus características. Inmediatamente la trasladé a un lugar con poca luz solar. Esperé que el terreno se secara para regarla, y también le di nutrientes.
Aunque era muy tarde, la planta empezó a mejorar día tras día. Al pasar un mes, los diseños de color blanco plateado se volvieron más claros y empezaron a salir nuevos brotes. Lamenté mucho no haber cuidado antes de esta hermosa planta con amor.
Mientras cultivaba la planta, me arrepentí de mi actitud y mentalidad hacia las almas que me rodean. Así como pensé que había hecho todo lo que debía hacer, aunque la regaba sin ninguna preocupación, sin siquiera conocer sus características, podría haberme sentido satisfecha con mi trabajo de transmitir solo conocimiento a las almas que Dios me ha confiado. La preocupación viene del amor. Para salvar a un alma, debo amar a esa alma. El amor de Dios que nos da el agua de la vida es lo que todas las personas del mundo necesitan. Prestaré cálida atención a cada alma y le daré el amor de Dios. Creo que las almas secas revivirán como mi singonio.