Había un águila lesionada y dolorida. El águila pensó que ya no podría volar alto debido a su herida. Apenada, ya no quería reunirse con nadie. El líder del grupo de águilas se dio cuenta de ello, y se dirigió al águila herida y la consoló.
—Vea mi herida. Sería mejor morir que vivir así.
Después de oír el gemido del águila herida, el líder extendió sus alas sin mencionar palabra. En ellas, había numerosas cicatrices.
—Quiero que sepas que no eres la única herida. Ningún águila vive sin cicatrices, excepto las que todavía no han nacido.