Lamento haberte dejado en el dolor

Jeong Eun-jeong, desde Seúl, Corea

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Fui al jardín infantil para recoger a mi hija. Cuando su maestra la trajo, me dijo con una mirada angustiada:

—Seo-hee ha estado parpadeando todo el día. No es la primera vez. Estoy preocupada por ella. ¿No le dolerá algo?

—Ah, es que tiene los ojos sensibles; lo hace cuando siente sueño o lee demasiado. La llevaré a dormir temprano, y estará bien.

Lo dije como si no fuera un problema serio, y volví a casa. Sin embargo, probablemente a causa de lo que dijo la maestra, parecía que ella parpadeaba más que antes. Cuando leía un libro, comía o hablaba, no dejaba de parpadear. Finalmente, terminé gritándole sin darme cuenta.

—¡Deja de hacer eso!

Me dijo que ya no lo haría, pero siguió haciéndolo. Su comportamiento repetitivo me molestó, así que la asusté:

—Si sigues haciendo eso, tus amigas se burlarán de ti. ¡Te llevaré al médico y él te dará un pinchazo! —y le dije que no le compraría los bocadillos que le gustaban. Entonces se echó a llorar.

—¡Mamá, estoy tratando, pero no puedo evitarlo!

—¡Nada es imposible si lo intentas! Eso quiere decir que no estás tratando lo suficiente. ¡Esfuérzate más!

Pasaron unos días, pero no mejoró. Entonces me preocupé y la llevé al oftalmólogo. Después de examinar sus ojos, el médico me mostró las imágenes de sus ojos en la pantalla.

—¡Debe de haber sido muy doloroso! ¿Ve estas pestañas en sus ojos? Sus pestañas estaban creciendo hacia dentro, hincando sus ojos. Vea lo rojos que están. Se han inflamado mucho. Hoy retiraré esas pestañas, y usted tiene que examinar sus ojos y sacarlas si ve algunas. No olvide el colirio.

Después de ver al médico, me sentí muy mal. No tenía ni idea de que sus pestañas hincaban sus ojos, y solo la presionaba para que corrigiera su mal hábito. Me sentí avergonzada de mí misma.

—Seo-hee, ¿todavía te duelen los ojos?

—No, mamá. Ya nada me hinca, por eso no me duele.

—¡Vaya, ya eres una niña grande! Creo que estás lista para entrar en la escuela primaria.

—¡Sí, ya soy una niña grande! También la obedeceré mejor.

Su sonrisa me alivió y sonreí. Aunque no lo dije en voz alta, me disculpé en mi mente muchas veces.

En vez de examinar si le dolían los ojos, solo le dije cosas que deben de haber herido sus sentimientos. ¡Qué triste se habrá sentido!

Pensé que conversaba lo suficiente con ella y que le daba bastante amor. Estaba muy segura de haber hecho todo lo posible como madre, habiéndome puesto a su nivel. Sin embargo, me di cuenta de que solo le había dado amor según mi estándar y manera, y que no había intentado leer su corazón o cuidarla con atenciones minuciosas.

También llegué a pensar que podría haber herido a los hermanos y hermanas de Sion con mis pensamientos obstinados, sin ver sus heridas, a pesar de haber estado con ellos mucho tiempo diciendo que los amaba. Creía que había hecho mi mejor esfuerzo aunque les daba amor a mi manera, sin saber lo heridos que estaban o lo difícil que era su situación.

De ahora en adelante, cuando mis hermanos y hermanas sientan dolor, quisiera sentir el mismo dolor, y estar feliz cuando ellos estén felices, porque somos parte de un mismo cuerpo. Vendaré las heridas de mis hermanos y hermanas, sin lastimarlos, y compartiré con ellos el amor de la Madre celestial.